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AUTORES DE LOS CUENTOS DE SIEMPRE

"Si les gusta a los niños, tanto mejor"

Curioso destino el de la obra literaria Cuentos de niños y del hogar, que, inspirada en una búsqueda de la identidad nacional y apoyada en un riguroso trabajo de investigación, se ha convertido en un clásico de la literatura infantil. Jacob y Wilhelm Grimm conocían bien la mitología germana, y al igual que muchos de sus contemporáneos, estaban impregnados del espíritu del romanticismo que veneraba la capacidad creadora del pueblo. Muchos libros se publicaron en Alemania por aquellos años (comienzo del siglo XIX), que recogían canciones, leyendas y cuentos del pasado de los pueblos germánicos. Eran épocas de un naciente nacionalismo en las que se trataba de descubrir lo peculiar de cada nación, lo que cada pueblo tiene en sí de valioso, y la literatura popular, aquella que se había transmitido oralmente de generación en generación, ocupaba un papel importante en esa vuelta a los orígenes y a la grandeza perdida.No pensaron los Grimm al comenzar su trabajo que sus lectores más entusiastas serían los niños, y de ello es testimonio este comentario de Jacob: "El libro no está escrito para los niños, aunque, si les gusta, tanto mejor. No habría puesto tanto ánimo en componerlo de no haber creído que las personas más graves y cargadas de años podrían considerarlo importante desde el punto de vista de la poesía, la mitología y la historia". Quizá a este planteamiento serio debemos el rigor con que se hizo esta recopilación, directamente tomada de los narradores populares, y el cuidado que se empleó en seleccionar el material, y en la redacción final de los cuentos, totalmente alejada de las reelaboraciones cultistas de la época que trataban de mejorar los relatos originales. De esta última labor se ocupó preferentemente Wilhelm, y a su talento literario de bemos la maravillosa forma de estos cuentos.

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El lector infantil se apropió de esta obra, y ya en la segunda edición, Wilhelm Grimm lo reconocería al escribir en la dedicatoria a Bettina von Arnim que sus hijos ya han crecido y no tienen necesidad de esos cuentos. Por un curioso fenómeno, la literatura popular se ha ido desplazando del lector adulto al lector infantil, quizá debido a la universalidad y permanencia de sus temas, y esto se hace más evidente a partir de la obra de los Grimm.

Las últimas corrientes de la literatura infantil se orientan hacia una recuperación del folclor y de la narrativa de tradición oral como bases para una identidad nacional y cultural frente a la imposición de una cultura multinacional híbrida y uniformadora. En esta recuperación, los cuentos de los hermanos Grimm, junto con los de Perrault o Afanasiev, han conocido una revitalización que ha sido también legitimada desde las más modernas teorías psicológicas, según los estudios de Bruno Bettelheim.

Para Bettelheim, estos cuentos arcaicos son contemporáneos porque tratan de los problemas internos de los seres humanos, sobre todo de los conflictos del crecimiento y la separación, y ofrecen ejemplos para encontrar las soluciones correctas a las dificultades de la maduración psicológica. ÉL analiza los cuentos más famosos de los Grimm en un libro imprescindible para los interesados en este tema (Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Editorial Crítica, Barcelona), donde afirma que "los cuentos de hadas son únicos, y no sólo por su forma literaria, sino también como obras de arte totalmente comprensibles para el niño, y, como en todas las grandes artes, su significado más profundo será distinto para cada persona, e incluso para la misma persona en diferentes momentos de su vida".

Esta riqueza de significados

de los cuentos de hadas, que posibilitan distintas interpretaciones, ha llevado a algunas escritoras feministas a inspirarse directamente en los cuentos de los Grimm para escribir relatos no sexistas, en los que han cambiado el sexo de los personajes y se han alterado sus funciones, como en muchos de los relatos de la italiana Adela Turin.

Toda reinterpretación conlleva un texto abierto que evidencia su vitalidad, y ésta puede ser la principal cualidad de la permanencia de los clásicos.

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