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Una sonrisa, un voto

Los partidos franceses invertirán más de 20.000 millones de pesetas en publicidad durante la campaña electoral que se inaugura mañana

Soledad Gallego-Díaz

Cheese, cexe, oustiti. Los cabezas de lista de los distintos partidos políticos franceses saben que cuando les están fotografiando para los carteles publicitarios deben repetir incansablemente estas tres palabras para conseguir que sus labios esbocen exactamente la sonrisa que conviene. Algunos, en lugar de sonreír, estallan en carcajadas y hay que volver a empezar. El asunto es menos tonto de lo que parece: la campaña electoral francesa, que se abre oficialmente hoy, lunes, moviliza, según cálculos muy conservadores, más de 20.000 millones de pesetas sólo en su capítulo publicitario.

"No creo que ningún partido o personaje político consiga un voto de más gracias a los carteles", explica un especialista, "pero estoy convencido de que los perdería si no hiciera una campaña de este tipo porque muchos electores creerían que parten como netos perdedores". Por si acaso, nadie quiere correr el riesgo y todas las ciudades y pueblos franceses tienen ya centenares de carteles pegados a sus muros. Eso sí, en los lugares previamente convenidos, para no ensuciar demasiado.La campaña tiene, en general, tres etapas: la preparación, campaña propiamente dicha y colofón de los últimos cuatro días, que se corresponden con carteles y lemas diferentes. Los socialistas, por ejemplo, confiaron la etapa preparatoria a un publicista agresivo y con sentido del humor, Daniel Robert, que inventó los famosos carteles de Socorro, viene la derecha y Dime, linda derecha, ¿por qué tienes los dientes tan largos? En su segundo escalón, estos lemas han sido sustituidos por otros más clásicos, obra de Jean Jacques Laurent: una foto de los miembros del Gobierno, con el moderno teatro de la Geode al fondo, y la frase Prenons une France d'avance (Tomemos una Francia de adelanto). La idea es no insistir demasiado en los valores del socialismo o de la izquierda y utilizar en cambio conconceptos más neutros de modernidad y eficacia.

Una simple anécdota demuestra lo previsores que son los socialistas. Los carteles, que empezaron a aparecer hace una semana, no incluyen la foto de Robert Badinter. Los exégetas interpretaron de inmediato que el PS tenía miedo a utilizar la imagen del ministro de Justicia, que simboliza para muchos la pureza de la izquierda. La razón era mucho más sencilla. Mitterrand tenía previsto nombrarle antes de las elecciones presidente del Consejo Constitucional y era obvio que el representantes de ese alto organismo, independiente, no podía, al mismo tiempo, formar parte de un cartel publicitario.

Socialistas tipo 'chanel'

Los socialistas se anuncian, en general, sonrientes, pero con chaqueta y corbata o con clásicos vestidos tipo chanel. Hay algunas excepciones, como la ministro de Asuntos Sociales y portavoz del Gobierno, Georgina Dufoix, que ha preferido presentarse en su distrito galopando a caballo por una playa desierta. Los responsables del partido rechazaron una divertida campaña preparada por un grupo de jóvenes publicitarios que quería diseñar algo nuevo. El cartel más espectacular mostraba a una joven pareja estrechamente abrazada, el símbolo del puño y la rosa y el lema ¿Separarnos?, sí, hombre, ¿y qué más?.Quienes han decido romper con la chaqueta cruzada y las manos a la espalda son curiosamente los dirigentes del centro derecha. El ex presdiente Valery Giscard D'Estaing se ha arremangado los puños de la camisa, ha desabotonado el cuello y se ha colocado frente a un campo de cerezos en flor, con la mano en la cadena. Su lema es Reussisons la printemps liberal (Logremos la primavera liberal). Sus colegas del RPR no han querido ser menos. El cartel más clásico muestra a 11 candidatos (incluidas dos jóvenes mujeres estatrégicamente situadas), cogidos del brazo, en mangas de camisa y con la corbata arrastrada por el viento. Todo ello, por supuesto, sobre un campo de hierba y flores. Su lema, elegido personamente por Jacques Chirac, es Vivement demain (Vivamente mañana).

Todas las cabezas de lista del RPR han pasado por el Ayuntamiento de París para fotografiarse en la misma pose con su líder nacional. Losjóvenes lobos están contentos, pero los que ya no son tan jóvenes o los, que no han sabido guardar la línea se sentían iñcómodos frente al potente ventilador y sin una mala mesa donde esconder el medio cuerpo.

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Raymond Barre se diferencia de los otros dirigentes del centroderecha no sólo en que no está dispuesto a coexistir con el presidente François Miterran , sino también por su desconfianza ante las novedades publicitarias. Él ha optado por la línea de siempre: traje cruzado de rayas, cara seria, un árbol de tradición, el roble, y un estribillo directo Por Francia, ganemos el 16 de marzo. Su campaña, dicen los especialistas, es más presdiencial que legislativa.

Moño galáctico

La publicidad más sorprendente es la de Marie France Garaud, ex consejero de Giscard, que se presenta por una lista independiente por Parísy que,con su moño, su pelo cardado y su aspecto de señora de los años sesenta, género antipatico, se coloca en un decorado de ciencia ficción, rodeada de estrellas, satélites y anillos de urano. Para colmo de desgracias, Garaud dijo que tenía el apoyo de Barre, pero éste la ha desautorizado.El primer ministro Laurent Fabius ha reconocido públicamente que el coste mínimo de la campaña publicitaria en un solo distrito electoral es de 500.000 a 800.000 francos. Nosotros tenemos para todo Francia un presupuesto de 50.0000. Quien habla es Yves Cochet, del Partido Verde. Los ecologistas franceses conseguirán, si se cumplen las previsiones de los sondeos, uno o dos escaños, y entrarán por primera vez en la Asablea Nacional. Su campaña es artesanal, a base de pequeños carteles sin foto que pegan sus propios simpatizantes Calma, llegan los verdes, será su único lema.

Cochet reclama un mayor control de los gastos electorales. Oficialmente, los cuatro partidos políticosmás importantes del país no tienen, entre todos, ingresos superiores a los 180 millones de francos. Los socialistas aseguran que su campaña no cuesta más de 50 millones, pero los especialistas mantienen que superará los 300. El mismo desfase entre las cifras oficiales y las reales se produce en las otras formaciones políticas. El Partido Comunista, por ejemplo, dice que sólo tiene 30 millones de francos de presupuesto, cantidad que en la práctica no le permitiría ni tan siquiera alquilar espacios publicitarios en todos los distritos electorales.

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