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El hospital Anglo-Americano se cerrará a final de mes por problemas económicos

El hospital Anglo-Americano, situado en el paseo de Juan XXIII, fundado en 1952, cerrará este mes sus puertas ante los graves problemas económicos que sufre desde hace varios años y que han obligado a solicitar la tramitación de un concurso de acreedores para ver cómo se paga una deuda cercana a los 150 millones de pesetas. El 7 de febrero se ordenó ya al hospital que no aceptara más ingresos, por lo que ayer sólo quedaban dos enfermos, uno de ellos Consuelo Bergés, traductora y primera autoridad en Stendhal en España. Las Embajadas británica y norteamericana afirman que, a pesar del nombre del centro, no son responsables de él.El hospital, según informó el director gerente del centro, Kenneth Law, tiene una estructura bastante atípica. Su fundación se gestionó en 1952 por el embajador norteamericano, quien solicitó y obtuvo que el Ministerio de Educación cediera por 50 años unos terrenos en la universidad Complutense para la construcción del centro.

Gracias a las donaciones de diversas empresas españolas, británicas y estadounidenses, el hospital pudo funcionar. "Los norteamericanos lo abandonaron cuando se abrió la base de Torrejón", afirma Consuelo Berges, traductora de la obra de Stendhal y de Proust, que, a sus 86 años, va a ser la última paciente del hospital.

Según informó Law, en la actualidad existe una Asociación del Hospital Anglo-Americano, formada por unos 320 miembros de diversas nacionalidades, que pagan unas cuotas anuales cercanas a las 8.000 pesetas, a modo de sociedad médica. Estos miembros eligen al consejo, formado por un mínimo de seis y un máximo de doce ciudadanos británicos y norteamericanos, que con carácter voluntario fijan las directrices del centro.

En este consejo figuran como observadores un representante de las Embajadas de Gran Bretaña y Estados Unidos, presencia que se debe, según ambos organismos, a que los embajadores son presidentes honorarios del hospital. Según informaron portavoces de estas Embajadas, la única relación ha consistido en colaborar siempre que la comunidad de estos países ha organizado fiestas de caridad y bailes para obtener fondos para el hospital, al que envían normalmente a sus ciudadanos que, mientras estén en Madrid, necesiten ayuda médica.

Según Law , los problemas económicos ya existían cuando él llegó, hace tres años. La plantilla, que llegó a ser de 110 personas, ha sido reducida poco a poco hasta quedar en 60, un número que el director considera excesivo todavía para un centro de 25 camas. "A finales de 1985, y ante la posibilidad de tener que pagar indemnizaciones a varios trabajadores sin que hubiera dinero para ello, el abogado consultado por el consejo sugirió acudir al juzgado y elaborar un plan de viabilidad", dice Law. El director gerente afirma que el depositario nombrado por el juez aceptó con reservas el plan pero, a la vista de la situación, el pasado día 7 dio la orden de que no se admitiera a más pacientes, aunque sí podían continuar las consultas externas. Esta orden no ha sido comunicada aún al juez, según informó ayer el secretario del Juzgado de Primera Instancia número 11 que lleva el caso.

Según Law, la única solución propuesta por el consejo para pagar las deudas podría ser la venta del edificio a la Complutense. En caso contrario, será difícil pagar los 150 millones de pesetas que se deben, en su mayor parte a la Seguridad Social. Los 60 trabajadores, que no han cobrado su sueldo desde el pasado mes de diciembre, han puesto el caso en manos de un abogado, aunque se temen que al final habrá expediente de crisis, según informó un portavoz del comité de empresa, quien achacó la situación creada a la mala gestión.

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"No entiendo cómo las Embajadas británica y norteamericana han abandonado este hospital, pues su presupuesto no es el de la clínica de la Concepción", se prejuntaba ayer Consuelo Berges, que está asustada ante el cierre y asegura que su pensión de 29.800 pesetas no le permite pagar a las dos personas que la tendrían que atender en su casa.

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