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Carácter abiertamente político de la 'cumbre' de países francófonos

Soledad Gallego-Díaz

La cumbre de países francófonos, que se desarrolla en Versalles con la asistencia de 16 jefes de Estado, 11 primeros ministros y delegaciones ministeriales de otras 15 naciones, ha adquirido un tono fuertemente político, pese a los esfuerzos de los diplomáticos del Quai D'Orsay, que preferirían bajar el listón y concentrarse en la discusión de problemas concretos.El presidente francés, François Mitterrand, intentó dar el tono con un discurso inaugural con más contenido cultural que político, pero la continuación de los debates, que se realizan a puerta cerrada, demostró que su sueño era vano. Nadie pudo impedir que Walter Lini, primer ministro de Vanuatu, criticara, hablando en su lengua natal y no en francés, la política de pruebas nucleares en el Pacífico sur. El portavoz del Elíseo señaló que Mitterrand había vuelto a intervenir para asegurar que Francia mantendría sus ensayos en la Polinesia mientras lo considere necesario.

Sorprendentemente, las primeras sesiones se desarrollaron sin que el presidente de Líbano, Amin Gemayel, pudiera hacer uso de la palabra, pese a que se había desplazado expresamente con ese fin. Según el servicio de protocolo, Gemayel "se inscribió muy tarde". El presidente libanés, que estaba dispuesto incluso a reducir su discurso a sólo cinco minutos, tuvo que marcharse sin haber hablado. Según algunos participantes, Gemayel renunció a asistir a la cena de gala en el Elíseo, aunque fue recibido posteriormente por Mitterrand, en una entrevista privada.

Un pequeño incidente se produjo también cuando el primer ministro de Quebec (Canadá), Robert Bourassa, propuso la creación de un nuevo plan Marshall para transferir alimentos de los países ricos a los pobres. Al parecer, Bourassa no se molestó en comunicar previamente el contenido de su intervención al primer ministro de Canadá, Brian Mulroney, que también asiste a la conferencia y que se sintió incómodo.

El presidente de Senegal y de la Organización para la Unidad Africana (OUA), Abdu Diuf, propuso la convocatoria de una conferencia internacional sobre Suráfrica. La cumbre francófona aprobará, sin duda, un documento de condena al régimen racista de Pretoria, pero Diuf ha tenido que renunciar a la idea de proponer sanciones económicas.

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