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UN SUCESOR PARA EANES

Un amigo en la presidencia

"Soares, un amigo en la presidencia", "Soares, el coraje tranquilo". Estas dos frases de la campaña del todavía secretario general del Partido Socialista portugués (PS) resumen la oferta del candidato mejor que su programa electoral, que pocos votantes habrán leído.

La personalización, nítida desde el anuncio de la candidatura, del proyecto presidencial de Mario Soares, se fue acentuando en los cuatro últimos meses. Más que elegir un jefe de Estado para los cinco próximos años, se trató de un plebiscito en torno a la personalidad que mejor puede representar y simbolizar la estabilidad del régimen instaurado en Portugal después de la revolucion del 25 de abril de 1974.

A pesar del discurso más polarizador de la segunda vuelta, cuando se trataba de concentrar el voto de izquierda, Soares apagó cuidadosamente todo elemento de referencia partidario de su programa. Como el general Antonio Rarnalho Eanes en 1980, pero también como su adversario, Diogo Freitas do Amaral, Soares prometió ser "el presidente de todos los portugueses" y empeñarse en la defensa de la estabilidad política y social necesaria para la modernización de la sociedad portuguesa.

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Conciliación, diálogo, modernidad, cultura... un programa que en sus grandes líneas no difería mucho del de su rival, y por esto, más que por su proyecto, Soares lanzó en la batalla contra el candidato conservador, 16 años más joven, todo el peso de su pasado y de su prestigio, nacional e internacional.

Dos libros, editados durante la campaña, realzaban, a través del testimonio de personalidades políticas extranjeras, este prestigio del secretario general del PS y vicepresidente dela-Internacional Socialista, como "héroe de la democracia".

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En pie de igualdad con la defensa de "la libertad, la tolerancia y la democracia pluralista", Mario Soares colocó su decidido empeño en favor de "la seguridad de los ciudadanos", luchando con todas sus fuerzas "contra la delincuencia y el terrorisino".

Soares prometió ser un "presidente diferente", alusión obvia a los 10 años de mandato del general Eanes y a los 60 años de jefatura de Estado en manos de militares, de los cuáles Portugal emerge hoy con un presidente de la República no sólo civil, sino fundador y dirigente de uno de los mayores partidos políticos de la joven democracia lusa.

Un único reparo a esta pregonada "diferencia", por su estilo y su personalidad, Soares es probablemente tan diferente del hombre que ostenta actualmente la presidencia del Gobierno como lo fue, en su tiempo, el primer ministro socialista del presidente Eanes.

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