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McDonald's

Rosa Montero

Si un día usted comete la debilidad de deglutir una hamburguesa de McDonald's, hágase la cuenta de que es como si se estuviera tragando un ladrillo de las pirámides de Egipto. Porque esta empresa cultiva unos usos laborales faraónicos: cuatro empleados madrileños acaban de ser despedidos por promover elecciones sindicales. Los McDonald's acaban de reinventar al siervo de la gleba.Eso sí, como señores feudales son magnánimos. En un Manual del empleado que la casa reparte, un verdadero incunable de 10 folios, la rumbosa empresa incluso ofrece días libres por la muerte de un familiar o el nacimiento de un hijo. El hecho de que estos días libres estén regulados por la ley y no sean un regalo de McDonald's no empaña el donaire de la oferta.

Otrosí, la empresa dictamina que sus empleados no pueden llevar barba, que los bigotes y las patillas han de ser de unas dimensiones especiales o que se permite el uso de bisutería sólo cuando "sea de buen gusto y de pequeño tamaño y cantidad". En un depurado estilo paternal se explica la bicoca de estar en una firma como ésta, que, entre otras compensaciones, tiene la de organizar de cuando en cuando meriendas y excursiones entre sus empleados. Además, "una de las mejores cosas al trabajar para McDonald's es la obtención de su excelente comida de forma gratuita", a razón de un sandwich cada cuatro horas de trabajo. McDonald's, que se define como empresa de buenas intenciones y "progresiva" (debe de querer decir que van abriendo chiringuitos en progresión geométrica), admite que incluso en semejante paraíso puede surgir algún problema, y te aconseja que en tal caso te dirijas a tus jefes o al mismísimo presidente de la firma. Porque una cosa es la petición de gracia humilde e individual, y otra esa aberración de los derechos laborales. Ya lo dice el Manual. "Los empleados fuera de servicio no deberán llegar al restaurante más temprano de lo necesario para comenzar su turno, y deberán marcharse tan pronto como les sea posible al terminar el trabajo". No sea que los esquilados y repeinados siervos se reúnan y piensen. Los reyes de la albondiguilla aplastada son astutos.

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