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El segundo museo español no abre por falta de presupuesto para bedeles

La Academia de Bellas Artes de San Fernando guarda 1.500 pinturas

El museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, que guarda 1.500 cuadros, no puede ser abierto al público de forma permanente -ahora se abre una mañana y una tarde a la semana- porque no dispone de los 60 millones de pesetas anuales necesarios para la contratación de unos 28 bedeles y el pago de la luz y la calefacción. La colección de la academia es la segunda de España, tras la del Prado, y tiene 15 cuadros de Goya, 2 de Velázquez, 3 de Rubens, unos 15 de Ribera, 5 de Murillo y el único Fragonard que hay en este país. Los responsables de la academia han pedido este dinero a la Administración, pero de momento sólo han conseguido una negativa en Educación, una promesa en la Comunidad de Madrid y el silencio en Cultura.

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Es una situación algo superrealista porque la academia ha terminado -tras una década- sus obras de reacondicionamiento y está reluciente como un zapato de baile. Pero vacía. Por los 10.000 metros cuadrados se puede ver el célebre Entierro de la sardina, de Goya, un Cristo Crucificado de Alonso Cano que a juicio de Luis Blanco, director de la Academia, "es comparable al de Velázquez" (y así lo parece), y cinco monjes de Zurbarán tan emocionantes como los de la basílica de Guadalupe y de la Cartuja de Jerez. Mas a las cinco de la tarde de un día entre semana las salas permanecen vacías y el periodista que contempla esas maravillas, solo, siente como el remordimiento de disfrutar un privilegio que no le corresponde. Aún así, es posible visitar el museo mediante solicitud y el año pasado lo hicieron 3.000 personas.El contraste se acentúa cuando se sabe que la Academia dispone aún de buena parte de un legado de cerca de 1.000 millones de pesetas que Fernando Guitarte, un mecenas que parecía sacado de una novela, le dejó en herencia en 1978 con la única condición de que se gastaran en la compra de obras de arte. Con ese fondo se adquirió hace poco a una aristócrata española un autorretrato de Goya de cuerpo entero que costó 80 millones de pesetas. "Si nos hubiera dejado el dinero para el funcionamiento de la Academia nos hubiera puesto en casa", comenta Ramón González de Amezúa, tesorero. Los académicos respetan la memoria de aquel mecenas solterón, aficionado al baile y coleccionista de camas antiguas en las que dormía por turno, que murió solo en su caserón de la Gran Vía.

Hace dos años acabó una década de obras interminables en la sede de la institución, un magnífico edificio al lado del ministerio de Hacienda y a una manzana de la Puerta del Sol, que en su día fue el palacio de Goyeneche, tesorero de Isabel de Farnesio.

Un club de artistas

Había sido necesario reacondicionar el edificio después de que la escuela de Bellas Artes se convirtiera en Facultad y fuese llevada a la ciudad universitaria, pero obtener los fondos necesarios, unos 800 millones en total, no fue fácil. "Hemos sacado dinero de cuatro ministerios", explica González de Amezúa: Educación, Hacienda -el ministerio vecino que compré por una suma generosa un ala del edificio-, el efimero ministerio de Universidades, Cultura y, de nuevo, el ministerio de Educación. Éste, del que dependen las Academias, se ha portado siempre bien con Bellas Artes, opina el tesorero; lo que ocurre es que el presupuesto no es generoso con las academias. Sea como fuere, en tres años de gobierno, el ministro de Cultura, Javier Solana, no ha visitado, la Real de San Fernando.Terminadas las obras, hubo que recuperar los cuadros guardados en una sala de la Biblioteca Nacional y reamueblar el edificio. Aunque algunos han criticado lo que consideran lujo, en las magníficas puertas, los sencillos pomos, la iluminación equilibrada y los muebles sobrios, pero elegidos, el todo en una gran armonía de madera, mármol y piedra, se nota la mano de los artistas que, al fin de cuentas, son los socios de este club selecto. Un orden estético impera en una academia cuya biblioteca de 36.000 volúmenes -incluidos 17 piranesis- ha perdido unos 100 en las últimas décadas, según controles de ahora.

Dirige la institución Luis Blanco Soler, un arquitecto afable que el pasado lunes fue elegido para un segundo mandato de tres años con 15 votos a su favor, en una sesión en: la que asistieron 26 académicos de los 28 con derecho a voto. Otros 20, hasta completar el claustro total de 48, o no lo tienen o son plazas vacantes. Proyecto de Blanco y de su equipo -Manuel Rivera y el conservador José María de Azcárate, entre otros- es el de convertir la academia en un foco cultural activo. De momento, las salas de calcografía ya permanecen abiertas al público -ahora mismo se pueden ver exposiciones sobre El aguafuerte en el siglo XIX y sobre la obra de Vicente López- y está anunciada una sobre El Escorial. El proyecto más notable es el de crear una bienal antológica del grabado contemporáneo español.

"La sección de calcografía no tiene equivalente en Europa", dice Blanco, y se refiere no sólo a las 7.000 láminas (nombre técnico de planchas) de grabados que conserva en sus fondos -entre otros todos los de Goya-, sino a la infraestructura de la sección, como por ejemplo un taller escuela de estampación. Sólo el museo de Luca, en Roma, y el Louvre de París, tienen colecciones de calcografia parecidas. En esta sección se conserva un tórculo -una suerte de imprenta para grabados- que se supone pudo ser de Goya. Esta sección se autofinancia, más o menos con la venta de grabados.

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