Diosas de la literatura
No entiendo bien la cólera literaria. Que a un señor le sulfure la insistencia de otro en hablar de Venecia, pase, pero que se indigne por topar con Venecia en muchos alejandrinos no viene a cuento. No se leen y ya está. La indignación es disculpable cuando se dirige al mandarín debido al ejercicio de su poder, pero no a los versos del mandarín, salvo en cuanto que, razonadamente, vengan a demostrar que tal poder no está justificado.Como la invectiva es un género literario entretenidísimo y como en Madrid (igual que, según leo, en el México de Rulfo) "toda la gente está histérica", hay que hacer un esfuerzo para que la ira se ejerza contra objetos más dignos de ella que unas poesías que no nos caen bien. Yo aquí quisiera indignarme, con resignación, ante una costumbre: la de que sólo se publiquen diatribas contra quienes no tienen poder.
En más de 200 páginas de una antología reseñada con insólita premura (Juan Carlos Suñén, Las jóvenes diosas de la literatura [sic] española, véase EL PAÍS del 9 de enero de 1986), sólo se encuentra de común "un exceso de metáforas confusas, de adjetivos, de alientos que se truncan prematuramente (cuando no se alargan sin objeto), de fácil intimismo y de gratuito rebuscamiento". Ustedes me dirán cuándo han visto opinión semejante aplicada a alguien cuyo nombre les suene. Precisamente salva el crítico a Andreu y a Rossetti, que les sonarán (con dos más, "libres", según alguien que lamenta el paternalismo, "de pecado"). Son, bien lo dice, "poquísirnas excepciones". Malos tiempos para la lírica. Se critican ferozmente sus portadas.
Se habrá deducido que es una antología de gente joven que además, para colmo de males, es mujer. "Poetisas", les llama J. C. Suñén, quien alude a la "causa feminista". Felicita a Julia Castillo, cuya ausencia en cualquier antología yo lamento, por excluirse de "una selección que no se fundamenta sino en el sexo". Sólo dos cosas a este respecto. Primero: una antología de obra de mujeres se justifica en todo caso bajo la hipótesis de que las diferencias culturales impuestas den un punto de vista diferente a la mitad excluida
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