Una nueva Carta Nacional trata de hacer menos rígido el socialismo en Argelia
El Gobierno del presidente Chadli Benyedid ha puesto ya en conocimiento del pueblo argelino el texto de la nueva Carta Nacional que sustituirá a la vigente, promulgada hace menos de 10 años por el fallecido presidente Huari Bumedian, y que será sometida a referéndum popular el próximo día 16. El nuevo texto, además de facilitar la expansión del sector privado, sitúa en primer plano al islam, mantiene la opción socialista, aunque de una forma menos rígida, y suprime toda referencia a la ideología tercermundista.
Los medios de comunicación oficiales, especialmente el matutino El Mudjahid (El Combatiente), transmisor del pensamiento del Frente de Liberación Nacional (FLN, partido único), han sido los encargados de trasladar al pueblo argelino el contenido del nuevo texto, credo ideológico de la revolución árabe-socialista. El periódico citado ha realizado la publicación fragmentada en tres días seguidos, dada su extensión.Compuesta de 234 páginas precedidas por un preámbulo de 12.000 palabras, en el que se omite como base histórica de la joven Argelia la referencia exclusiva al período de lucha contra el colonialismo francés (1830-1962), como dispone el texto anterior, la nueva Carta se remonta a las civilizaciones anteriores a la invasión romana en el norte de África y se detiene en profundidad en el advenimiento del islam.
Precisamente, el islam ocupa lugar preferente en el nuevo texto ideológico argelino, que concibe al país como un "Estado árabe y magrebí, africano y mediterráneo". La Carta indica que "las prácticas y valores del islam, en cuanto dogma, exaltan el espíritu, incitan al esfuerzo y al trabajo y ofrecen a la moral un contenido militante, constituyendo la mejor garantía para ganar la batalla del desarrollo global".
El islam figura en la nueva Carta Nacional por encima del concepto socialista de Estado, término este que sí cita en numerosas ocasiones en solitario y sin acompañamiento ideológico. Según la versión "enriquecida" de la Carta, que es como se ha definido oficialmente a esta reforma, los principios de justicia social que deben imperar en Argelia han de partir de "un islam humanista, militante y progresista".
La reforma de la Carta, que se concibe como una victoria del presidente Benyedid, por el mero hecho de haber introducido modificaciones no sustanciosas, pero que suponen un paso hacia adelante, es reveladora en cuanto a política exterior y sintoniza con la línea seguida en los últimos meses por el número uno del régimen argelino.
Basada en los principios del no alineamiento, la Carta afirma que las relaciones con los países del bloque socialista obedecen a las mismas exigencias que las que se mantienen con los de Occidente, en equilibrio de intereses, acuerdos a largo plazo y transferencia real para poder fabricar tecnología en Argelia.
También se refiere el texto que va a ser sometido a referéndum al ideal de un gran Magreb unido, aunque, al contrario que la Carta primitiva, en esta ocasión no se sugiere que para edificar esta unión en el norte de África tengan que producirse previamente "transformaciones profundas en la zona".
Referencia a Marruecos
El conflicto del ex Sáhara español y las reivindicaciones del Frente Polisario, al que apoya incondicionalmente Argelia, no son citadas en el texto, aunque éste sí recoge una frase que alude a dicho contencioso y que señala que "acontecimientos ocurridos en el último decenio han provocado un enfrentamiento entre pueblos". La Carta, sin embargo, subraya que la política de diálogo que se proclama no significa que Argelia vaya a firmar la paz con el imperialismo, en referencia a Estados Unidos, o vaya a ceder ante las amenazas, esto último en clara referencia a Marruecos.Junto a la política exterior y el islam, es el aspecto económico el que más novedades ofrece, con la entrada del sector privado para incrementar la producción y sanear el sector de servicios y la introducción de medidas correctivas en la agricultura y en la pequeña y mediana empresa. La Carta considera el sector privado como un complemento del sector público y, tras valorar lo que supone su introducción en el sistema de gestión económica, lo califica de "no explotador" y advierte a los nuevos inversores que contarán con ayudas del Estado.
La Carta, en suma, no introduce grandes modificaciones como para pensar que los argelinos van a pasar de un sistema a otro, aunque es reflejo del espíritu aperturista de Benyedid, un hombre que, pese a las limitaciones que le impone el férreo sector duro e involucionista del partido único, ha apostado por que "los argelinos vivan mejor". La Carta, sin embargo, es una síntesis entre el progreso y la continuidad y refleja en su contenido -pese a que contiene aspectos tan importantes para Argelia como la luz verde a la inversión privada- el acuerdo alcanzado la Navidad última en Argel entre los sectores renovadores e involucionistas del FLN para que Argelia camine hacia el futuro, pero sin alterar la columna vertebral del sistema: la participación a través de un único partido.
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