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Reagan estudia la posibilidad de responder a Libia por los atentados de Roma y Viena

Francisco G. Basterra

El presidente norteamericano, Ronald Reagan, tiene en su poder planes preparados por la Junta de Jefes de Estado Mayor para bombardear objetivos concretos en Libia, en represalia por la matanza de los aeropuertos de Roma y Viena, pero parece haber optado, de momento, por presionar a los países europeos para que, en una actuación conjunta, aíslen económica y políticamente al líder de ese país, Muammar el Gaddafi.

El portaviones Coral Sea abandonó ayer el puerto de Nápoles y se dirige al Mediterráneo, central con sus cazabombaderos FA-18 que podrían ser empleados en ataques contra instalaciones militares libias, informaron fuentes del Pentágono. Gaddafi, que ha prometido "llevar la guerra a las calles de Estados Unidos" si es atacado, ha ordenado la dispersión de sus aviones y la salida de puerto de su flota, dijeron fuentes periodísticas norteamericanas.No existe, sin embargo, la impresión de que Reagan vaya a dar luz verde a un ataque militar norteamericano contra Libia. Preguntado en Los Angeles sobre las amenazas de Gaddafi, el presidente norteamericano se limita a contestar que 'no responde a un tipo que cree que está en disparar contra niñas de 11 'años", en una alusión a la joven norteamericana de esa edad que murió asesinada en el aeropuerto de Roma.

La Administración de Reagan ha decidido, por el contrario, presionar a los aliados europeos para que impongan sanciones económicas contra Libia, decretando un embargo de piezas y material que necesita para seguir extrayendo petróleo, la materia prima que hace posible la continuidad de la revolución negra. Pero hasta ahora Europa occidental se ha mostrado muy reacia a seguir los consejos de Washington, que hace cinco años decretó un embargo contra el petróleo libio y unas medidas económicas que han dejado el comercio bilateral reducido a un mínimo.

Italia, la República Federal de Alemania, Francia e incluso el Reino Unido, que rompió relaciones con Gaddafi en 1984, hacen buenos negocios con Libia y tienen una cierta dependencia de su petróleo. Aunque la matanza de los aeropuertos y la caída de los precios del oro negro debilita la posición de Libia respecto a los países europeos, se considera improbable que éstos sancionen conjuntamente al líder libio como quiere Washington. La primera ministra británica, Margaret Thatcher, estima que este tipo de boicoteo no es efectivo y para demostrarlo 80 compañías británicas continúan haciendo negocios en Libia, donde residen 5.000 ciudadanos británicos.

La cadena de televisión CBS informó que la VI Flota norteamericana se está concentrando en el Mediterráneo, lista para cualquier acción que pueda decidir el presidente. "Se trata de planes prudentes en caso de que la Casa Blanca nos pida hacer algo", explicó un funcionario del Pentágono. Un buque espía soviético estaría transmitiendo la información de los movimientos militares de EE UU en la región a los asesores que tiene la URSS en Libia, unos 1.500, según la citada emisora de televisión. Seiscientos de entre ellos son responsables de manejar las baterías antiaéreas que protegen el país, algunas de las cuales han sido equipadas últimamente con misiles tierra-aire Sam-5, de fabricación, soviética, un modelo ya anticuado y de escasa utilidad contra los modernos, aviones de la VI Flota. Sin embargo, sí serían eficaces contra los AWÁCS, aviones radar espías que son más lentos.

Las baterías antiaéreas son uno de los objetivos ofrecidos por el Pentágono al presidente en una eventual acción militar, pero un ataque a estas instalaciones sería contestado, y supondría probablemente la pérdida de aparatos norteamericanos y podría provocar la muerte de ciudadanos soviéticos. Los planes militares, que sólo son meros proyectos, incluyen también la opción de utilizar bombaÍderos F111 que volarían desde bases en el Reino Unido o, incluso, los B-52, en vuelo directo desde Estados Unidos.

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Mientras tanto, las noticias que llegan desde Trípoli a través de la radio oficial libia, los periodistas occidentales están recluidos en un hotel que no pueden abandonar, no son tranquilizantes. Gaddafi ha organizado manifestaciones antinorteamericanas en las principales ciudades del país y en Washington se teme una repetición del síndrome de Teherán. Estados Unidos ha advertido a los 1.500 ciudadanos norteamericanos que aún viven en Libia, encargados fundamentalmente de hacer andar la industria petrolífera, que "corren un riesgo permaneciendo en el país debido a la irresponsable conducta de Gaddafi".

El Departamento de Estado ha publicado un informe en el que afirma que desde 1984 Abu Nidal, el terrorista palestino disidente de Arafat y expulsado hace más de 10 años de la OLP, recibe ayuda y protección de Gaddafi y reside en Libia. Abu Nidal ha sido identificado como el principal responsable de los ataques a los aeropuertos de Roma y Viena, en los que murieron 18 personas, entre ellas cinco norteamericanos, pero hasta el momento, el espionaje norteamericano ha sido incapaz de seguirle la pista en ese país.

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