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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Optimismo oficial y coyuntura económica

DECIDIDAMENTE, CADA vez que los responsables económicos manifiestan su satisfacción e incluso su euforia por la evolución de la economía, los datos del día a día, la dichosa coyuntura, viene a desmentirles de manera cruel. Aún resonaban los ecos de la conferencia de prensa en la que el secretario de Estado de Economía presentó la nueva versión del programa económico a medio plazo del Gobierno cuando dos datos fundamentales, desempleo y precios, vinieron a recordar que el optimismo sobre el futuro de la economía debe acomodarse a las duras realidades del presente. Y éstas, al menos las relativas al pasado mes de noviembre, distan mucho de ser favorables.El índice de precios al consumo, tras el sobresalto de septiembre (1,1 % de aumento), tuvo un comportamiento moderado en octubre y volvió a crecer en noviembre por encima de lo previsto (0,8%). Se ha acusado, tal vez con cierta premura, a los precios de los productos alimenticios de ser los responsables del desaguisado de novienibre. Su crecimiento (un 1%) es, desde luego, cinco veces supenor al de noviembre de 1984 pasado, pero una parte de esta diferencia se explica por el cambio en la composición del propio índice. A la hora de buscar culpables, merece la pena mirar hacia la rúbrica que comprende el vestido y el calzado, que creció un 1,5% tras haber experimentado aumentos superiores al 1 % en septiembre y octubre. Comparado con un año antes, este apartado está creciendo al 10,3%, lo cual no tiene explicación racional alguna. Cualquier ciudadano. puede comprobar el escandaloso encarecimiento de estos productos, al que sin duda no es ajena la cómoda protección de que han venido gozando hasta el presente.

En cuanto al paro registrado, el aumento correspondiente al mes de noviembre fue de 68.400 personas, que equivalen a 40.700 una vez corregidas las variaciones estacionales. En lo que va de año el desempleo ha crecido en más de 120.000 personas, lo cual, aunque se presente como una mejora sustancial con respecto a 1984, no parece que deba constituir un motivo básico de satisfacción, tanto más cuanto que casi la tercera parte de ese crecimiento se ha registrado en sólo el mes de noviembre.

Como consecuencia inmediata de las cifras del mes de noviembre, ya no será posible alcanzar dos de los su puestos de partida del programa económico a medio plazo: uno de ellos, el de los precios, porque el creci miento acumulado de la inflación hasta noviembre al canza el 7,7%, resultando poco menos que imposible que el índice de diciembre no rebase las tres décimas de punto que faltan para alcanzar el 8% previsto en el pro grama. El otro, el del empleo, porque sería preciso que el paro registrado descendiese en más de 40.000 personas en diciembre para alcanzar el desempleo adicional pro nosticado de 80.000 para todo el año. Si ambas cosas sucediesen en diciembre entonces sí que se justificaría el optimismo. Puede pensarse que, a pesar de todo, las diferencias no son muy grandes, pero tampoco lo es el tiempo transcurrido desde que se realizaron las proyecciones. La lección de todo ello es que, cuando se trata de resultados económicos, la actitud más aconsejable es aquella que incorpora una buena dosis de prudencia. La economía española dista mucho aún de haber salido del túnel de la crisis. Es cierto que se avanza, aunque sea con lentitud, por el camino del ajuste, pero sería muy peligroso pensar que ya se pueden echar las campanas al vuelo. Lo sucedido estos últimos días lo demuestra con bastante claridad.

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