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Crítica:CANCIÓN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¡Vivan las baladas!

Los cantantes españoles vuelven a los pequeños locales; algunos para encontrar sitios donde actuar con regularidad, otros, como Joaquín Sabina, para reencontrarse con un público que en los últimos años habían visto sólo desde lejos, aislados en los grandes escenarios de plazas de toros o locales deportivos' La apertura de nuevos locales, como Elígeme, en el que Sabina ha presentado sus baladas, o el café Maravillas, 10 números más abajo de la misma calle, están consiguiendo, con programación inteligente y nada dogmática, que público y músicos reinventen el placer de escuchar dialogando, al tiempo que han reverdecido la marchita atención hacia otros locales como Manuela, Avalón, Toldería o Rincón del Arte Nuevo.En Elígeme presentó Sabina un concierto de título provocador: Vivan las baladas, muera el Rock and Roll interpretando, con Pancho Varona a la guitarra y Javier Martínez haciéndole voces, algunas de sus composiciones lentas que no suele tocar en los recitales normales y añadiendo un par de homenajes a Javier Krahe y Jaume Sisa. Temas como El joven aprendiz de pintor, Calle melancolía, o El caballo de cartón, que se encuentran entre lo mejor que ha compuesto.

Joaquín Sabina y Viceversa

Local: Elígeme. San Vicente Ferrer, 23. Madrid, 26 de diciembre, 11 noche.

De la balada al 'rock'

Pero como sabe Sabina, la balada es consustancial con el Rock. Que se lo pregunten a Mike Jaegger cuando canta Angie, al Paul McCarney de Yesterday o al Sting de Rossane, por citar tan sólo tres ejemplos ilustres. Y también porque los miembros del grupo Viceversa, con buen criterio, no se lo permitieron, y en el final de Incompatibilidad de caracteres entraron en tromba el resto de los miembros del grupo -el batería Paco Beneyto, el guitarrista Manolo Rodríguez y el teclista Alvaro Peire- para poner las cosas en su sitio con la potencia que les caracteriza y convertir la trampa semántica del título del espectáculo en una gozosa noche de baladas y Rock and Roll.

Comentaba Sabina tras la actuación que se había sentido más nervioso que nunca, desacostumbrado ya a tocar mezclado con el público y lejanos los tiempos en que comenzaba en La Mandrágora. No se notó desde el privilegiado puesto de espectador que ofrecía la cercanía. Como sufrido espectador, sometido demasiado a las incomodidades e inconvenientes de los conciertos multitudinarios al aire libre, que parecen haberse convertido en el único escenario posible donde escuchar cualquier tipo de música popular, es de agradecer la cercanía que permite un local de pequeñas dimensiones.

La percepción de la música es absolutamente distinta, la comunicación con el cantante diferente. Ante toda obra musical apetecible se siente la inevitable atracción de escucharla encerrado con el cantante en el salón de casa, de tú a tú, sin la distancia que establecen las vallas de seguridad o las 100 filas que hay delante. Así, con la bebida del bajista cayendo encima y el bombo de la batería resonando a un metro del oído, este cronista vivió una de las más gozosas actuaciones en mucho tiempo.

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