El algoritmo de la resta y los Presupuestos del Estado
La reflexión sobre algunas intervenciones habidas en la reciente discusión de los Presupuestos Generales del Estado para el ejercicio 1986 en el Congreso permite concluir que existe una relación soterrada e insospechada entre las matemáticas y el discurso político, y que éste, para ser objetivo y pretender acercarse a la verdad, huyendo de demagogias gratuitas, exige en ocasiones el previo conocimiento de algunos rudimentos de la ciencia exacta por antonomasia. Veamos por qué.Todos aquellos que han superado el bachillerato -BUP en la terminología actual- saben que el algoritmo de la resta figura entre las materias a estudiar en el álgebra elemental, y sus propiedades, al igual que las correspondientes a la suma u otras operaciones matemáticas simples, son sobradamente conocidas.
Las apariencias engañan
Distribuidos los tres términos del algoritmo de la resta en dos documentos diferentes -minuendo y sustraendo en uno de ellos; el resto, en el otro-, el resultado a efectos matemáticos no varía, pero la diferente presentación puede conducir a cualquier fogoso indocumentado a conclusiones erróneas, enajenado por el espejismo de las formas.
En efecto, si el presupuesto de un organismo autónomo de carácter comercial se presenta de dos maneras, recogidas en sendos documentos, figurando explícitamente en uno de ellos las "compras" y "ventas", y en el otro sólo la diferencia entre ambos conceptos como "resultado de operaciones comerciales", es evidente que el sumatorio final de gastos e ingresos diferirá... aparentemente.
Cualquier analista avisado sabe que se encuentra ante el mismo presupuesto, presentado de forma diferente. Un observador atrevido que ligue la imprudencia a la ignorancia puede verse tentado a denunciar esa diferencia formal, que carece de significación económica alguna, como síntoma de que se trata de distintos presupuestos y a partir de esa falsa conciencia construir un castillo de despropósitos que permita figurar al bizarro denunciante en la novísima antología del disparate nacional.
Cambios en la presentación
Un presupuesto no es un balance a cuenta de resultados, sino un cuadro estimado de flujos financieros cuyo desarrollo en el tiempo permite satisfacer los objetivos asignados a la entidad presupuestada. Ese documento admite -casi exige- distintas presentaciones según la finalidad perseguida.
En el caso español es preciso tener en cuenta, además, que la forma de presentación de los Presupuestos ha cambiado sustancialmente a partir del ejercicio 1985 respecto a lo que era práctica habitual hasta entonces.
En ejercicios anteriores, y ciñéndonos al caso de organismos autónomos de carácter comercial, figuraban los capítulos 10, 11, 13 y 14 de "gastos" y 10 y 13 de "ingresos", que recogían, respectivamente, el importe en valor absoluto de las "ccimpras" estimadas para el organismo en cuestión, las "variaciones en existencias" y "en disponible", las "existencias al comienzo del ejercicio" y las "ventas" y "existencias en fin de ejercicio".
En el ejercicio 1986, todos los conceptos referentes a "compras", "ventas" y "existencias" se recogen por su resultado neto en el capítulo 5 -ingresos patrimoniales-, artículo 57, bajo el epígrafe "resultado de operaciones comerciales". Un organismo comercial importante, como es el caso del FORPPA, el valor de las existencias iniciales y finales y el importe anual de las compras y ventas puede ser muy elevado y, sin embargo, el "resultado de operaciones comerciales", diferencia de los conceptos anteriores, relativamente reducido e incluso cero. Demagogia y política
Comparar el presupuesto de 1984 con el de los ejercicios siguientes, ignorando los cambios formales introducidos en su confección, puede llevar a la errónea conclusion de que se ha producido un vuelco espectacular en la gestión de los distintos centros directivos y organismos de la Administración, dado que la cifra global, mera referencia contable con virtualidad explicativa, pero que no supone en sí misma compromiso presupuestario alguno, ha podido quedar disminuida prácticamente a la mitad, e incluso más.
Resulta sobradamente conocido el aforismo de lord Acton sobre la capacidad corruptora del poder. Como toda aseveración lapidaria y sintética, la expresión del noble inglés resulta interpretable, pero pocas dudas caben de que una de las formas en que se manifiesta esa degradación es mediante el ejercicio indiscriminado de la demagogia; la imprudencia irresponsable y la ausencia de rigor en el discurso político. Bueno sería que dichas prácticas desapareciesen de una vez del escenario político español. Mientras tanto, no parece mal consejo, sobre todo cuando de números se habla, un breve repaso a las cuatro reglas aritméticas elementales, y entre ellas, al algoritmo de la resta.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.