Uruguay y la emigración española

Refiriéndome al artículo de la sección Internacional, de la página 9 del sábado 30 de noviembre pasado, titulado Uruguay quiere poblar el campo con familias españolas, me propongo, mediante la presente, comentar mi desagrado y disconformidad respecto al plan piloto que propone el Gobierno de Uruguay para impulsar la población de este país deshabitado, caso en absoluto aislado en nuestro continente. Deshabitado no sólo por razones geográficas e históricas, sino también políticas y sociales, pues los habitantes nativos de diversas zonas fructíferas de Latinoamérica en general están siendo víctimas desde hace decenios del sistemático desalojo injusto, del despojo de viviendas y del confiscamiento de tierras. Los indígenas y el campesinado general, sector pobre y marginado, pertenecen a una raza perseguida en su propia tierra, sin futuro económico por delante y con la amargura por detrás, de haber perdido lo que venían heredando de sus antepasados durante siglos.Ningún Gobierno, que yo sepa, ha lanzado en los últimos años plan piloto de población alguno que favorezca a nuestra propia gente. Como si no fuéramos suficientes en Latinoamérica, nos permitimos el lujo de invitar a otras razas para que trabajen lo que a nuestro pueblo le corresponde trabajar, para que recuperen lo que nuestros pueblos perdieron, para darles lo que a. estos pueblos les fue arrancado. Hasta tal punto llega la ironía de la política y de la historia.

Pues así continúa siendo Latinoamérica, en pleno siglo XX, la leyenda del paraíso fácil y barato para especuladores y frustrados de lejanas tierras, mientras sobre los jugosos campos, a jóvenes, desocupados, clase obrera, campesinos e indígenas sin rumbo les es vedado el propio fruto.

Y quede en claro que esta enérgica protesta ninguna relación tiene con el pueblo español, sino con la falta de ética del Gobierno uruguayo y de todos nuestros Gobiernos, que parecen no comprender que el presente y la tierra nos pertenecen de una vez por todas y para siempre sólo a nosotros.- y cinco firmas más.