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Suspension temporal del jefe de la NASA

Francisco G. Basterra

El presidente Ronald Reagan, que odia zanjar cuestiones de personalidad y nombramientos, perdió ayer, además de a su consejero de Seguridad Nacional, Robert McFarlane, a un importante hombre de su Administración: el jefe de la NASA, James Beggs, implicado en un supuesto fraude económico en un contrato con el Gobierno. Fuentes de la Casa Blanca dijeron que Beggs, que el lunes fue procesado por defraudar al Ejército en un contrato de armas cuando trabajaba para la General Dynamics, se tomará "un permiso indefinido" hasta que los tribunales decidan sobre la acusación. Después de éso, el presidente no deseaba que el administrador de la NASA no continuase en su puesto.Los problemas con altos cargos de la Administración llegan en un momento en que la popularidad de Reagan es de un 77%, la mayor de cualquier presidente en su segundo mandato desde después de la II Guerra Mundial, tras lo que se considera su éxito personal en la cumbre de Ginebra.

El presidente se enfrenta, sin embargo, estos días a importantes problemas internos en sus relaciones con el Congreso sobre cuestiones presupuestarias, fiscales y de proteccionismo comercial. No es, por tanto, el momento más adecuado para la aparición de problemas personales en el seno de su Gobierno.

Pero las acusaciones que pesan sobre él son muy serias y reflejan algo que ya era de dominio público en Washington hace tiempo: huele a podrido en la poderosa industria armamentista norteamericana, conocida como el complejo militar industrial, y en sus relaciones con el Pentágono.

Beggs, que trabajó para la General Dynamics -la tercera contratista militar de EE UU- hasta 1981-, ha sido formalmente acusado por la vía penal de haber cobrado falsamente al Ejército, cuando era vicepresidente ejecutivo de la compañía, 7,5 millones de dólares (unos 1.200 millones de pesetas) por un prototipo de un cañón antiaéreo conocido como Sargento York.

Finalmente, esta arma, que estaba destinada a proteger a la infantería y a los carros de combate de los ataques de la aviación y helicópteros, fue rechazada por el Pentágono por su ineficacia y constantes fallos. Pero la suspensión de su producción vino después de que los contribuyentes pagaran 1.800 millones de dólares en el desarrollo de los cañones.

Con Beggs han sido acusados otros tres ex ejecutivos de General Dynamics, que sí finalmente condenados podrían pasarse cinco años en la cárcel.

La General Dynamics recibió el pasado año contratos del Gobierno por valor de 7.000 millones de dólares.

El Pentágono decidió ayer suspender indefinidamente la concesión de contratos a esta compañía, tras anunciarse lo ocurrido con el Sargento York.

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