La crítica de Willebrands a la 'teología de la liberación" evidencia la división Norte-Sur en el episcopado
La teología de la liberación, el problema que más divide al sínodo, junto al de la colegialidad, saltó de nuevo ayer en la conferencia de prensa que ofrecieron los cardenales Johannes Willebrands, de Holanda; Paul Zungrana, de Burkina Faso y el obispo canadiense James Haye. El cardenal holandés, presidente del Secretariado para los No Católicos y uno de los abanderados de la renovación conciliar, especialmente en la cuestión del ecumenismo, arremetió contra esta corriente teológica, demostrando que la división entre progresistas y conservadores no sirve cuando se trata de esta polémica cuestión
Willebrands se refirió primero a ecumenismo y negó que se tratase de un problema empantanado, tal y como ha asegurado el patriarcado ortodoxo de Moscú. Aseguró que en este campo la Iglesia ha dado pasos de gigante aunque siguió defendiendo que no habrá intercomunión eucarística entre católicos y protestantes hasta que no se llegue a una "total unidad de fe".Pero el cardenal holandés, que ha sido uno de los abanderados de la renovación conciliar, arremetió después contra la teología de la liberación en un tono que no dejó de sorprender a muchos. Su intervención fue, además, la demostración de que el caballo de batalla de la nueva teología suramericana no es algo que separa automáticamente a los llamado progresistas de los conservadores. Es algo que va más allá o pasa por otras fronteras.
Es un problema, sobre todo de cultura. Willebrands, como otros eclesiásticos del gran mundo de la burguesía occidental, puede ser muy avanzado en teología de la secularización, pero reacio ante la teología de la liberación, mientras que hay obispos del Tercer Mundo que quizá se niegan a quitarse la sotana o a abandonar el ejercicio del vía crucis, pero que están defendiendo a pie juntillas en este sínodo la entrega total de la Iglesia a la exigencias de los pobres.
Un periodista alemán intentó ayer hurgar de nuevo en el misterioso documento presentado a la reunión de cardenales previa al sínodo contra la teología de la liberación y en solidaridad con el Papa y la curia romana, una intervención que se había tratado de ocultar a la Prensa y de la que se desconocen las adhesiones con que contó.
El cardenal Willebrands tampoco quiso responder a la cuestión, pero aprovechó para atacar a la teología de la liberación. El paladín del ecumenismo dijo que lo importante es liberar completamente al hombre, y se preguntó: ¿Es libre quizá un hombre cuando se ha liberado sólo económica y políticamente?", Y añadió: "Pregunten a muchos políticos que militan en partidos si se sienten libres dentro". No negó el cardenal holandés que también necesita el hombre una liberación'económica y política, pero añadió que ésta no basta. Más aún: afirmó que "existe en el mundo gente liberada social y políticamente", pero que al mis,mo tiempo su alma es esclava, mientras que otros "aún no liberados ni económica ni políticamente siguen sintiéndose libres por dentro". Y concluyó: "Lo importante es ser libres según el concepto de san Pablo, libres espiritualmente, libres ante Dios". En general, se está advirtiendo cómo los padres sinodales invitados por el Papa hacen grandes esfuerzos para mantenerse en una línea más moderada, mientras que los representantes de las conferencias episcopales se sienten como más libres.
Uno de estos invitados, el arzobispo brasileño de Sào Sebastiáo, Río de Janeiro, Eugenio de Araujo Sales, en una intervención entregada por escrito, colocándose en las antípodas del presidente de su misma Conferencia Episcopal, Ivo Lorscheiter -que ha defendido la teología de la liberación como el mejor fruto del Concilio Vaticano II-, ha insinuado que dicha teología es al revés: "un fruto envenenado".
"Un fruto envenenado"
Para De Araujo, "cuando se tiene duda de que un alimento está envenenado y se vende en una tienda de una ciudad, la policía prohíbe en seguida su venta". Y añadió: "Así también en la Iglesia hay errores graves que a veces se enseñan en las facultades teológicas y en los seminarios sin que ni el pueblo ni los seminaristas sean protegidos". De Araujo criticó a sus compañeros los obispos: "Hay también casos", dijo, "en los que los pastores de la Iglesia se muestran débiles y hasta defienden errores o sostienen a los que propagan doctrinas falsas".La conclusión del arzobispo invitado por el papa Wojtyla al sínodo ha sido que, como ocurre con los alimentos sospechosos de estar envenenados, que se retiran del mercado, así los obispos deben intervenir con coraje, aunque esto, subrayó, "les pueda acarrear dolor y odio", para que una doctrina sólo sospechosa de error "no sea ni enseñada ni divulgada". Por el contrario, el cardenal Zungrana, de Burkina Faso, defendió el concilio como "un don de Dios que ha ayudado a África a cambiar de mentalidad". Y explicó que a los africanos del concilio les gusta sobre todo la imagen de Iglesia como "familia" o bien como "pueblo de Dios". Y añadió: "Si otros prefieren otras imágenes, nosotros no se lo impediremos".
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