El sínodo convocado por el Papa se convierte en un canto a favor del Vaticano II
A lo largo del segundo día de debate general ha continuado en el sínodo extraordinario de obispos un coro de alabanzas al Concilio Vaticano II. El clima de defensa del concilio que se ha creado ha sido tal que ni los más conservadores se han atrevido por ahora a alzar su voz para criticar, por lo menos abiertamente, aquella experiencia eclesial que conmovió al mundo hace 20 años. Juan Pablo II también estuvo ayer siempre presente en la sala del sínodo. Dado su gran conocimiento de las lenguas, no necesita usar los auriculares de la traducción simultánea.
En algunos momentos parecía como si el Papa estuviera distraído, ensimismado en sus pensamientos, pero otras veces se le veía claramente atento a lo que decían los padres sinodales, sobre todo cuando se hacían ciertas críticas a la excesiva centralización de la curia, cuando los obispos pedían mayor colegialidad, cuando insistían en que se estudie mejor el poder teológico de las conferencias episcopales. A veces Juan Pablo II sonreía bonachonamente y otras escondía su cara entre las manos.Por ahora las intervenciones de los obispos y cardenales que han ido hablando se han limitado a recordar lo que fue la experiencia del Vaticano II; sólo 65 de los presentes fueron testigos y promotores del mismo hace 20 años, y se les nota en seguida por la defensa apasionada que hacen de aquella experiencia. Hay en ellos incluso un cierto orgullo al poder decir o dar a entender: "Yo estuve en aquel concilio, yo voté aquellos documentos, yo conocí a Juan XXIII". En alguna ocasión, cuando hablan estos obispos se le ve a Juan Pablo II mover significativamente la cabeza, como diciendo: "Yo también estuve ahí".
Abierta defensa
Muchas de las intervenciones de ayer empezaron con una defensa abierta del concilio: "Los valores y frutos del Vaticano II son innegables. Nos ha hecho ver aquel concilio la necesidad de escuchar continuamente la historia, y, cosa particularmente significativa en América Latina, nos ha enseñado y obligado a escuchar a los pobres", dijo, por ejemplo, el arzobispo de Lima, cardenal Juan Landázuri.Otros empezaron también alabándolo, pero sólo para añadir en seguida que, a pesar de que el concilio fue una experiencia positiva, no lo ha sido tanto su aplicación. Así, el polaco Jerzy Stroba, arzobispo de Poznan, afirmó ayer que si es cierto que en algunos cristianos el concilio ha servido para aumentar su fe, en otros ha producido el efecto contrario: "Desorientación, inseguridad y resignación a causa del proceso de secularización cada vez más presente en la cultura europea".
Escuchando ayer a los padres sinodales venía a la memoria lo del sí, pero y lo de pero, sí. Es decir, hay quienes afirman que el concilio fue estupendo, pero que..., mientras otros, al revés, afirman que sí es verdad que ha habido fallos en el posconcilio, sin embargo...
Algunos no aceptan que lo negativo que haya podido haber en la Iglesia de estos últimos años haya sido causa o fruto del concilio. En este sentido se dirigió ayer la importante ponencia del superior general de los salesianos, el padre Egidio, Viganó, que habló en nombre de todos los superiores generales de órdenes y congregaciones religiosas.
El superior salesiano dijo que, con el concilio, los religiosos se han sentido "lanzados en órbita hacia una pertenencia eclesial más clara y de mayor creatividad evangelizadora en la aurora de una nueva época histórica". Afirmó también que han sido los tan criticados religiosos los "realizadores más empeñados del concilio". Subrayó que la llamada crisis de identidad religiosa no ha sido, producida por el concilio, sino que ya estaba latente en la, historia, y que gracias al concilio se pudo encauzar y afrontar con menos dramatismo. El superior de los salesianos acabó pidiendo que el sínodo "siga potenciando la línea profética del concilio".
Mientras algunos padres sinodales insistieron en que se aplique con mayor firmeza "todo el concilio", ante el temor de que pueda irse más allá de él, otros han pedido abiertamente que algunos de los documentos se actualicen porque ya se han quedado viejos. En este sentido, fue interesante la intervención de¡ arzobispo de Bombay, en la India, país que el Papa va a visitar a primeros de año.
El Tercer Mundo
El arzobispo Ignatius Pimenta ha dicho que el famoso documento del concilio, Gaudium et spes, que acogió entonces los signos de los tiempos, hoy se ha quedado pequeño porque otros son los signos de los tiempos en este momento. Pimenta añadió que aquel documento había sido redactado entonces bajo una óptica demasiado occidental y que hoy habría que volver a escribirlo a la luz de los problemas y de los signos nuevos del Tercer Mundo.La Conferencia Episcopal de Canadá pidió al Papa que se convoque una segunda sesión de este sínodo. Para los obispos canadienses, 15 días son demasiado poco, dada su importancia. Por su parte, Maxim Hermaniuk, arzobispo metropolitano de la comunidad ucraniana de Winnepeg, pidió la creación de un sínodo de obispos permanente con poderes para deliberar, compuesto por 20 miembros del actual sínodo y por cinco delegados nombrados personalmente por el Papa.
Su finalidad sería, según el metropolitano, decidir, junto con el Papa, lo que hoy se decide sólo entre él y la curia.
Según el proyecto de Hermaniuk, la curia romana quedaría sólo como poder ejecutivo de la Santa Sede. Los miembros de dicho sínodo podrían ser reelegidos, según él, cada seis años. Dicho sínodo, según el patriarca ucraniano, podría resultar además muy útil para resolver muchos de los problemas importantes actuales del diálogo ecuménico. Y también para que algunas decisiones que hoy llegan de Roma pudiesen ser aceptadas con menos sospechas por parte de las Iglesias locales.
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