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RELIGIÓN

Apoyo al Concilio Vaticano II en la apertura del sínodo

Juan Arias

Los trabajos de apertura del sínodo extraordinario de obispos comenzaron ayer en un clima de optimismo y con un claro tirón de orejas a la postura restauradora del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto del ex Santo Oficio, e indirectamente al mismo Juan Pablo II. El tirón de orejas se lo dieron ayer, durante una abarrotadísima conferencia de prensa en el Vaticano, el arzobispo de Bruselas, cardenal Godfied Danneels, relator del sínodo, y el arzobispo de Filadelfia, cardenal John Krol, uno de los presidentes de la asamblea. Por su parte, las conferencias episcopales, en sus informes, han empezado el sínodo dando un voto positivo al concilio y un no a toda tentación de fácil restauración.

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Respondiendo a los periodistas, el cardenal belga Godfield Danneels afirmó que la palabra "restauración" no figura en los textos preparatorios del sínodo, sino "en otra parte", refiriéndose al libro-entrevista del cardenal Ratzinger en el que se critican como negativos los frutos producidos por el concilio Vaticano II. Y añadió que el sínodo había sido convocado "para analizar los textos conciliares y no otros libros". Y el mismo arzobispo de Filadelfia, el cardenal Krol, que no es ningún progresista y a quien también se le recordaron las afirmaciones de Ratzinger, respondió que otros obispos piensan de otro modo, y citó al presidente de la Conferencia Episcopal de EE UU, James W. Malone. Precisamente, los días pasados Malone había concedido una entrevista en una clave opuesta a la "restauración" del prefecto del ex Santo Oficio.

Pero tanto la conferencia de prensa como la relación presenta da al sínodo de los informes llega dos de más de 100 conferencias episcopales de todo el mundo han revelado que los obispos presentes en Roma no están dispuestos a que se ahoge el concilio. Al revés. Ya se habla incluso de que pueda prolongarse este sínodo, pues a muchos obispos les parece que 15 días son pocos para analizar 20 años de experiencia posconcillar

En la relación presentada ayer por el relator Danneels, considerado una de las figuras más abiertas e importantes de este sínodo, aparece que la mayoría de las conferencias episcopales ha afirmado unánimemente" que el concilio fue una "esperanza"; que la mayor parte de sus frutos han sido "positivos"; que las órdenes y congregaciones religiosas, tan criticadas hoy por su progresismo, "han demostrado un esfuerzo impresionante de renovación"; que el concilio ha producido en la Iglesia "mayor sensibilidad en los problemas sociales", mayor coraje en "la defensa de los derechos humanos, de la justicia y de la paz", y también "una percepción más honda de la relación Iglesia-mundo". En cuanto a los aspectos negativos derivados del concilio, subrayados también por las conferencias episcopales, el arzobispo de Bruselas ha destacado una "crisis de la confesión" y la desaparición de "muchas formas de devoción popular", entre otras cuestiones. Pero el "núcleo de la crisis" ha sido en estos años, según muchos obispos, la eclesiología, es decir, la tendencia a oponer Iglesia institución e Iglesia ministerio, pueblo de Dios y jerarquía.

A la pregunta de cómo resolver los problemas "negativos" derivados del concilio Vaticano II, la mayor parte de las conferencias episcopales han afirmado que Iglesia "no debe reducirse a medidas disciplinarias y administrativas" y que las deficiencias posconciliares "no pueden ser tratadas por medidas de antes del concilio".

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