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"CUMBRE" EN GINEBRA

Las superpotencias discuten cómo evitar su enfrentamiento directo en el Tercer Mundo

Francisco G. Basterra

ENVIADO ESPECIAL Bloqueado el debate estratégico por la falta de acuerdo sobre la guerra de las galaxias, Ronald Reagan y Mijail Gorbachov discutieron ayer, en la última jornada de la cumbre de Ginebra, posibles fórmulas para evitar que las guerras del Tercer Mundo provoquen un choque directo entre las superpotencias en Centroamérica, Asia, Oriente Próximo o el sur de África. Todo indica que, al igual que en la defensa en el espacio, éste es también un diálgo de sordos, ya que Reagan escoge conflictos regionales donde la conducta soviética es expansionista y existe presencia cubana y del Ejército Rojo, cuya retirada exige. En cambio, no acepta la respuesta de Gorbachov, que denuncia la injerencia norteamericana en otras áreas geográficas, como El Salvador o Suráfrica, y el apoyo a las guerrillas anticomunistas, que para Washington son luchadores de la libertad.

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Los secretarios de Estado adjuntos de Estados Unidos para Oriente Próximo, Asuntos Interamericanos, Asia y África han sido llamados a Ginebra, y hoy iniciarán viajes informativos para explicar a los aliados de Washington, en sus zonas de responsabilidad, lo discutido en la cumbre. Sólo el conflicto de Afganistán, donde el Ejército soviético tienen comprometidos unos 120.000 hombres, podría sufrir variaciones, aunque no en un plazo inmediato.En vísperas de esta reunión, la Unión Soviética reconoció por primera vez ante la opinión pública mundial que la guerra de Afganistán le está costando muy cara en hombres y en material, sugiriendo que es el auténtico Vietnam de la URSS. "Realmente, no nos hace muy felices tener tropas en Afganistán ( ... ) Sacarlas de allí es uno de nuestros objetivos prioritarios", declaró un alto portavoz soviético. Este conflicto es el único de los periféricos en el que está implicado directamente uno de los ejércitos de las superpotencias, que lucha contra una guerrilla abundantemente pertrechada y financiada por Estados Unidos, con más de 400 millones de dólares (más de 64.000 millones de pesetas) anuales.

Funcionarios norteamericanos dijeron ayer que Reagan pediría a Gorbachov un calendario para una retirada escalonada de las tropas soviéticas de Afganistán. A esto, el secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética contestó, sin duda, con la petición del cese de la ayuda norteamericana a los contra, que, financiados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), tratan de derribar a los sandinistas.

La Cámara de Representantes aprobó ayer en Washington fondos para que la contra pueda adquirir aviones susceptibles de uso militar. Gorbachov, al que no le sobra un solo rubio para apuntalar su maltrecha economía, no se implicará más en conflictos regionales, pero no abandonará tampoco a sus peones en el Tercer Mundo, dicen en Ginebra fuentes norteamericanas. Vietnam, Cuba, Nicaragua y Etiopía le cuestan a la URSS anualmente 12.000 millones de dólares (casi dos billones de pesetas).

Para Moscú es inaceptable el plan regional de paz que le expuso Reagan a Gorbachov en la sesión matutina de ayer. El presidente quiere que los Gobiernos de Nicaragua, Afganistán, Angola, Camboya y Etiopía, considerados soberanos y legítimos por la Unión Soviética, negocien con sus oposiciones respectivas para alcanzar acuerdos que posteriormente serían garantizados por las dos superpotencias.

Aunque esta propuesta reconoce paradójicamente un interés legítimo soviético en Centroamérica, el patio trasero de Washington, quebrando la doctrina Monroe de "América para los americanos" la oferta es inaceptable para Gorbachov. El presidente Reagan vincula la solución de estas crisis regionales con un cambio de la conducta soviética, lo que supone resucitar la olvidada doctrina del linkage (vinculación, en la jerga político-diplomática norteamericana) a la hora de normalizar las relaciones con la Unión Soviética. Washington está utilizando este problema con el mismo carácter de condición previa con que Moscú usa la defensa en el espacio para hacer avanzar el proceso de control de armamentos.

El eterno conflicto de Oriente Próximo, cuya permanencia fue subrayada el martes por un combate aéreo sirio-israelí, que en un principio no estaba en el orden del día de la cumbre, también fue tratado ayer. El deseo norteamericano de conseguir una negociación directa entre árabes e israelíes ha estimulado el interés de la Unión Soviética por no quedarse fuera de este proceso y recobrar su influencia en la región.

Conferencia internacional

La Prensa soviética ha reiterado estos días que Moscú no llegaría a ningún compromiso con Washington en esta cumbre sobre Oriente Próximo en perjuicio de los intereses de sus aliados árabes. La Unión Soviética quisiera, sobre todo, participar en cualquier fórmula de conferencia internacional que pueda convocarse para amparar el proceso de paz en la zona. Pero para ello, le recuerda Washington, como mínimo deberá restablecer las relaciones diplomátícas con Israel.

Ronald Reagan pidió también ayer a Mijail Gorbachov, según fuentes norteamericanas, la asociación de las influencias de ambos países para concluir con una solución negociada de la guerra del golfo Pérsico, que enfrenta a Irán e Irak desde septiembre de 1980.

Nadie esperaba en la ciudad suiza, sin embargo, horas antes del fin de la cumbre, que esta reunión produzca un código de conducta de los dos grandes en el Tercer Mundo que regule su competencia. Un acuerdo de este tipo fue alcanzado en 1972 por Richard Nixon y Leónid Breznev, durante la visita del norteamericano a Moscú. El proceso de consulta, no negociación, abierto en los últimos meses por las dos superpotencias sobre las crisis periféricas no ha dado resultado alguno. "La estabilidad del Norte", escribía esta semana un comentarista suizo, "se paga con el precio de la inestabilidad crónica del Sur". Los arsenales nucleares del Norte impiden el menor movimiento, por lo que la competición continúa en el sur del planeta.

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