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Relativa tranquilidad en Colombia tras la alarma de nuevas erupciones en el Ruiz

Una relativa tranquilidad volvió ayer a la región de Armero, en Colombia, que el pasado miércoles resultó arrasada por la súbita entrada en actividad del volcán Nevado del Ruiz, después, de las horas dramáticas que siguieron al anuncio de dos nuevas erupciones y la orden gubernamental de evacuación de la zona. El Gobierno colombiano estudiaba ayer la posibilidad de decretar el estado de emergencia económica en el país.La ministra colombiana de Comunicaciones, Noemí Sanin, formuló un llamamiento a la calma y a la tranquilidad, pues, "aunque la situación sigue siendo peligrosa, no hay peligro inminente". Las dos nuevas explosiones del cráter Arenas no tuvieron la magnitud que en un primer momento se creyó. No se produjeron aludes ni desbordamientos de ríos.

Pero la falsa alarma puso de manifiesto la trampa mortal que es la zona del desastre en caso de evacuación. La estampía de personas y automóviles provocó un atasco fenomenal a la entrada del puente de Honda, una de las pocas vías transitables de escape.

Sin embargo, la posibilidad de una nueva erupción pende sobre los miles de personas que aún permanecen en el área de la tragedia. Los informes de vulcánologos y geólogos reiteran que sí puede darse en las próximas horas una fuerte reactivación del Ruiz, que sigue despidiendo humo.

El ministro de Salud, Rafael Zubiría, confirmó que el pueblo de Armero será declarado camposanto. La gruesa capa de barro se ha solidificado en varios sectores a consecuencia del clima seco y soleado de los últimos días. Debajo reposan miles de cadáveres.

A Omayra le falló el corazón

A las diez de la mañana del sábado (seis de la tarde, hora peninsular española), un fallo cardiaco puso fin a la lucha que Omayra Sánchez sostuvo durante 72 horas contra la muerte. A lo largo de la madrugada, la niña, de 12 años, pasó de estados de lucidez, en los que hablaba y cantaba, a momentos de incoherencia, con frases ininteligibles. Así lo relató un socorrista que pasó toda la noche abrazado a ella para darle calor.La motobomba solicitada para salvarla llegó en las primeras horas de la mañana, succionó con una lentitud exasperante el agua y, antes de que el líquido fuera absorbido por completo, Omayra expiró en brazos de miembros de los equipos de rescate y con varios periodistas como mudos testigos. Tenía los ojos negros. Debajo, cuando el agua desapareció, surgió el cadáver descompuesto de su tía, que, junto a piedras y ladrillos, inmovilizaba por las piernas a Omayra Sánchez.

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A pocos metros de allí, una mujer, Carmen Cecilia de Moreno, incrustada en el barro, se disponía a dar a luz. Era el segundo parto en mitad del desastre. Médicos y voluntarios lograron a duras penas desenterrarla. Hubo que practicar una cesárea de emergencia a la embarazada de ocho meses y apareció una niña. Esperanza o Consuelo, era el nombre en discusión. La madre eligió Consuelo.

Entre la multitud de situaciones trágicas registradas en los últimos días en Armero, se conoció que un hombre, Elías Acosta, joyero de profesión, al que le fueron amputadas las dos piernas con anestesia local, se abalanzó sobre el socorrista que le intervino, le arrebató el cuchillo y se suicidó clavándoselo cinco veces en el pecho.

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