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Irlanda y el Reino Unido firman un acuerdo histórico para la administración del Ulster

El Reino Unido y la República de Irlanda iniciaron ayer el espinoso camino hacia la solución del problema del Ulster con la firma del acuerdo más trascendental entre los dos países desde la partición de la isla, hace 64 años. El acuerdo -que por primera vez desde la independencia irlandesa, en 1921, asigna un papel consultivo al Gobierno de Dublín en la administración de la provincia británica- fue suscrito a mediodía de ayer por los primeros ministros del Reino Unido, Margaret Thatcher, y de Irlanda, Garret Fitzgerald.

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Un paso en serio

El documento fue firmado durante una solemne ceremonia en el castillo de Hillsborough, cerca de Belfast, antigua residencia de los gobernadores de los seis condados del Norte en manos del Reino Unido. Fuera del edificio, una manifestación de protestantes, encabezada por los líderes de los dos partidos unionistas, James Molyneaux y el reverendo lan Paisley, desfilaba con pancartas alusivas al carácter británico de la provincia y a los gritos de "¡Traición, traición!".Los protestantes tomaron el Ayuntamiento de la pequeña localidad y quemaron una bandera con los colores verde, blanco y naranja de la República de Irlanda, en un anticipo de las dificultades que el acuerdo encontrará entre los extremistas de ambas comunidades

En palabras de Ian Paisley, líder de los unionistas democráticos, la elección de Hillsborough para la firma del acuerdo "añade sal a la herida", que es una fórmula inglesa equivalente al "tras cornudo, apaleado". Paisley pronosticó que el acuerdo "fracasará como todos los anteriores" y anunció que los unionistas, como primer paso, se negarían a partir de este momento a colaborar con las autoridades de Londres.

Por su parte, el Sinn Fein, ala política del Ejército Republicano Irlandés (IRA), anunció hace dos semanas que se negaría a aceptar cualquier acuerdo que no supusiera lisa y llanamente la salida británica de las seis provincias y la reunificación de Irlanda.

El núcleo fundamental del acuerdo lo constituye la creación de una Conferencia Intergubernamental, presidida por el secretario de Estado para Irlanda del Norte, Tom King, por parte británica, y por el ministro de Asuntos Exteriores de Dublín, Peter Barry, asistidos por un secretariado de funcionarios de los dos países. La conferencia no sólo funcionará desde Belfast, capital de la provincia, sino que su sede, salvo que razones de seguridad lo desaconsejen, radicará en Stormont, edificio que aloja a la Asamblea legislativa del Ulster y símbolo de la presencia británica en el Norte. Esta decisión ha sido considerada por los protestantes como "un ultraje".

La Conferencia Intergubernamental es un organismo de cooperación entre los dos Gobiernos, a la que podrán acudir con sus quejas los representantes de la minoría católica, y entenderá de "asuntos políticos, de seguridad, legales, incluida la Administración de justicia, así como la cooperación a ambos lados de la frontera". El acuerdo deja claro que la decisión final de los asuntos de Irlanda del Norte seguirá siendo responsabilidad del Gobierno británico, una declaración dedicada a aplacar los temores protestantes.

Ambas partes han hecho concesiones importantes desde el punto de vista constitucional. Sin renunciar a la reunificación de Irlanda, enmarcada en los artículos,2 y 3 de la Constitución irlandesa, el Gobierno de Dublín acepta que cualquier cambio constitucional en Irlanda del Norte sólo podrá producirse con el consentimiento de la mayoría de la población. Por su parte, Londres reconoce la identidad de la minoría católica y se compromete a apoyar en el Parlamento británico la legislación necesaria para obtener la unidad de Irlanda, "si en el futuro una mayoría así lo desea y formalmente consiente en ello". Uno de los objetivos principales del acuerdo es la pacificación de la provincia por medio de una intensificación de la lucha contra el IRA.

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