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De Gaulle vive todavía

LE FIGAROLos principios y los actos de De Gaulle, que se creían destinados a borrarse tras su desaparición, permanecen extrañamente vivos. Sus adversarios se han unido en torno a lo esencial de su herencia.A las instituciones, de las que se decía que habían sido creadas a su medida, se han acomodado perfectamente sus sucesores, tanto el actual como los otros.

La fuerza de disuasión, que sus adversarios calificaban de bombita y se burlaban de ella, tras el peregrinaje a Mururoa, se ha convertido en una fuente de legitimidad para los principales personajes del Estado. La política de independencia nacional: Mítterrand protestaba contra nuestro rechazo de la integración supranacional en la Comunidad Europea y nuestra retirada de la OTAN; hoy ha retomado esos grandes principios por su propia cuenta.

El rigor y la economía de mercado: los socialistas que abandonaron el Gobierno de De Gaulle a causa del plan Pinay-Rueff, porque rechazaban los mecanismos como propios del liberalismo económico, se han hecho luego partidarios de ese sistema (pero sin confesarlo y sin volverse atrás de las nacionalizaciones de 1981-1982, lo que les impide cosechar, con el choque de la confianza, el beneficio de esta conversión). La modernización de Francia, que una izquierda arcaica rechazaba en nombre de consignas de otra época, lucha de clases, derechos de los trabajadores, rechazo de la competencia capitalista, proteccionismo. Laurent Fabius ha hecho de ello su consigna.

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La unión de los franceses, sin la que no puede hacerse nada grande: el presidente de la República, que había comenzado por presentarse como jefe del pueblo de izquierda y como presidene de la República socialista, vuelve a centrar su discurso, preconiza el consenso y sueña con la cohabitación.

10 de noviembre

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