Más ópera que cine

No he podido dormir. Toda la noche me martilleaba el tema épico de la película Napoleón. La extraordinaria obra de Abel Gance, pieza maestra del cine mudo, por su enorme belleza lírica y heroica, sus hallazgos y aportaciones a la técnica cinematográfica, ha querido ser convertida por el músico Carmine Coppola en una ópera verdiana a la que faltaría la fuerza y el dramatismo que el músico italiano alcanzaba por medio de las voces.Nadie canta allí, pero una partitura orquestal omnipresente, salvo breves intervenciones del órgano (que tocó bien pasajes de Haendel), a lo largo de cuatro horas de proyección, convierte aquélla en un concierto, aunque los folletos propagandísticos digan que no lo es.

La partitura de Carmine Coppola para Napoleón, demostrativa del gran oficio musical del autor protagonista y de su conocimiento de la eficacia expresiva que cobra la música en la pantalla, tiene aciertos indudables, sobre todo en la primera parte, la más fresca y poética del filme. Así, por ejemplo, el tema que subraya el encuentro del joven Bonaparte con su madre y hermanos, al regresar de Córcega.

La música cinematográfica, aun la más espectacular, debe subyacer al servicio de la imagen y no tomar la iniciativa desvirtuando ésta.

Carmine Coppola no ha respetado este principio esencial y se ha erigido en protagonista por medio de una música elemental y machacona, que acosa, con abuso de la percusión, el oído y la cabeza del espectador, hasta el punto de hacer peligrar la belleza plástica, sugerente y muchas veces musical, de las imágenes. Por otro lado, no es música original en gran parte, pese a que se oculten los nombres de los autores utilizados en el pastiche.

Aparte de la insistencia en la inmortal Marsellasa de Rouget de l'Isle, de la que parte el tema épico dominante, son muchos los fragmentos que a modo de collage se intercalan allí: recordamos ahora, entre otros, La victoria de Wellington y la obertura de Coriolano de Beethoven, la Sinfonía fantástica de Berlioz y la obertura de Ruy Blas de Mendelssohn.

Buen trabajo de orquesta

Bajo la dirección de Carmine Coppola, la Orquesta Ciudad de Valladolid realizó un gran trabajo interpretativo, con la energía y resistencia al cansancio que sólo puede mantener una plantilla muy joven.La agotadora labor del percusionista de la caja no es para explicarla aquí a quien no haya asistido estos días a las proyecciones en el Palacio, de Congresos. Nos parece que si la música de Coppola otorga más vida y realza ciertos momentos de la primera parte de la película, en la segunda llega a ser un lastre para su correcto funcionamiento de cara al espectador. Por eso, nos pareció ridículo que Coppola insistiera en el consabido tema heroico al acabar de proyectarse la película, y abusara de la educación del público haciéndoselo palmear.