El vuelo espacial de una mosca

La última misión del transbordador espacial Challenger quizá hubiera pasado inadvertida para la opinión pública de no ser por la escapada de Willie o Lola, una mosca que formaba parte del experimento español que ha viajado a bordo del Spacelab. Lo que comenzó como una broma entre los grupos de investigadores que controlaban la parte cientítica de la misión ha conseguido atraer el interés de numerosas personas hacia el experimento propuesto por un grupo español y al mismo tiempo trivializar una misión que ha tardado cinco años en materializarse.

A las doce de la mañana (hora local) del miércoles 30 de octubre el Challenger abandonaba Florida para iniciar su 221 misión en el espacio. En la bodega de carga del transbordador viajaba el laboratorio espacial europeo Spacelab. Un módulo especialmente diseñado para realizar experimentos biológicos, el Biorack, acogía, entre otros, un experimento español para estudiar el desarrollo embrionario en condiciones de ingravidez. Para llevar a cabo las pruebas, el grupo español, dirigido por el científico Roberto Marco, envió como pasajeras a 300 Drosophila melanogaster, vulgarmente conocidas como moscas del vinagre.El lunes día 4 de noviembre la escapada de una de esas moscas consiguió robar el estrellato a los ocho cosmonautas que componían la misión y convertirse en insólita protagonista del vuelo espacial. "Lamento que un incidente trivial", manifestó Marco a su vuelta del centro espacial Kennedy, "sea, lo que provoque que la ciencia llegue al público, especialmente teniendo en cuenta otros muchos experimentos de importancia que están realizándose en España, y a los que están dedicados numerosos investigadores".

Más de uno, atendiendo a las informaciones sobre el incidente, ha Pegado a imaginar a la intrépida mosca volando por la cabina y molestando a unos cosmonautas más preocupados de su caza y captura que de la misión que les había llevado al espacio. Según Roberto Marco, que siguió el desarrollo del experimento desde el centro espacial Kennedy, nada más lejos de la realidad. "El vuelo y la misión del Challenger", explica Marco, "no se alteraron en ningún momento. La mosca nunca estuvo en la cabina de la nave, simplemente salió del recinto en el que se encontraba al contenedor hermético en el que viajaba junto a otras 40 hembras y 15 machos".

Al margen de este incidente, que entre los investigadores no pasó de ser una broma durante una pausa del trabajo, los experimentos científicos que viajaban a bordo del Challenger han sido un éxito. "Se han producido algunos errores de manipulación", explica Marco, "debidos a la complejidad de los experimentos; errores que en un laboratorio normal hubieran tenido escasa trascendencia, pero que cuando se realizan en el espacio son importantes porque no se pueden repetir con la misma facilidad". Pese, a ello, las pruebas del experimento español ya están en la facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid, a la que pertenece Roberto Marco.

"Hasta el nivel que hemos podido observar", manifiesta Marco, "el desarrollo de los embriones en el espacio es aparentemente normal. Se han apreciado, sin embargo, variaciones en el comportamiento de estos dípteros, pero ese es un aspecto que escapa a la función de nuestro grupo". Roberto Marco insinuó, sin atreverse a profundizar hasta haber analizado detalladamente las pruebas, que "pudiera ser que el porcentaje de anomalías que se produce durante el desarrollo embrionario sea menor en el espacio que en ' condiciones normales con la existencia de gravedad".

El investigador español resta importancia a la escapada de Willie o Lola. Asegura que el verdadero interés de esta misión del transbordador espacial es "haber contado, por primera vez, con instalaciones que permiten realizar experimentos controlados como en un laboratorio normal; de esta forma, los resultados serán auténticamente científicos y no habrá posibilidad de que se produzcan por azar".