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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Racismo y deporte

LA POLITICA racista del Presidente Botha no sólo aumenta la intensidad de la barbarie represiva contra la población de color sino que también amplía el radio de acción de su intolerancia hacia otros sectores de la sociedad surafricana. Las barriadas negras continúan siendo objeto de cruentas matanzas, salvajes cargas y detenciones indiscriminadas, sin que pueda adivinarse el final de ese horror. El gobierno de Pretoria extiende, además, sus medidas policiales contra asociaciones religiosas y organizaciones políticas de ciudadanos blancos que protestan contra el apartheid y preconizan una salida política a la insostenible si tuación creada porla obcecación de las autoridades. Incluso segmentos que defendieron en su día la discriminación racial comprenden hoy la necesidad de negociar con los líderes negros. El Congreso Nacional Africano, flegal y perseguido, y el Frente Democrático Unido, que abarca a cientos de organizaciones cívicas,"culturales y religiosas agrupadas en la lucha por la igualdad, serían los interlocutores en ese diálogo imprescindible., Un hecho sintomático de ese cambio en la sensibilidad de sectores de la sociedad blanca surafricana es que incluso una delegación eclesiástica, encabezada por un prelado de la iglesia reformada holandesa (influyente en los sectores blancos más radica les), haya decidido entrevistarse en Lusaka con el Congre so Nacional Africano.En paralelo con la ampliación de la lucha interna en África del Sur, el movimiento internacional de protesta contra la política racista no hace sino fortalecerse y ampliarse. En la conferencia de la Commonwealth que se acaba de celebrar eri las Bahamas, Margaret,Thatcher ha tenido que aceptar una enérgica resolución en favor de la libertad de Nelson Mandela -principal dirigente del Congreso Nacional Africano- y de la aplicación de sanciones económicas a las que la primera ministra se había opuesto en anteriores ocasiones -en el seno de la CEE- en función de la importancia que tienen para Gran Bretaña sus lazos económicos con África del Sur. Se trata, en última instancia, de mostrar que la reprobación internacional del apartheid no puede limitarse ya a condenas morales, sino que tiene que asumir formas eficaces de presión contra una política que avergüenza a la comunidad civilizada. Incluso el ámbito de las competiciones deportivas, cuya hipotético apoliticismo quedó, seriamente quebrantado por el doble boicoteo a los Juegos Olímpicos de Moscú y de Los Ángeles, es escenario de esa redoblada acción contra la discrimnación racial. Suráfrica no es miembro del Comité Olímpico Internacional ni de las más importantes federaciones internacionales. Tan es así, que algunos destacados deportistas surafricanos -como es el caso de Zola Budd- han adoptado otra nacionalidad para poder competir normalmente.Y cada vez es más firme la tendencia a negar al régimen de Pretoria la posibilidad de beneficiarse de las dimensiones publicitarias y propagandísticas de las grandes pruebas, déportivas, importantes cajas de resonancia para la opinión pública mundial, y que el gobierno Botha utiliza ante sus ciudadanos para demostrar que tiene relaciones normales con el resto del mundo.

En ese contexto, resulta chocante que una empresa pública española no haya abandonado el patrocinio del viaje del barco español Fortuna Ligths, en la IV Vuelta al Mundo, iniciada el 28 de septiembre en Portsmouth y cuya primera etapa es precisamente Ciudad del Cabo. Los directivos de Tabacalera han decidido invitar a representantes de distintos medios de comunicación para que viajen a Suráfrica e informen a los españoles, no de las dramáticas circunstancias por las que atraviesa ese país, sino de las amables anécdotas que puedan contar los tripulantes de su velero. Ni siquiera cabe argüir en este caso el inconvincente pretexto de que el deporte se halla al margen de la política, tal y como Severiano Ballesteros, que ha expresado su firme decisión de participar en un torneo de golf en Suráfrica, ha sostenido en una reciente conferencia de prensa. No se trata sólo de que el velero Portatan del surafricano Peter Kuttel, que encabeza por ahora la regata, se inscribiera en la prueba como representante estadounidense para paliar las protestas mundiales contra el régimen del apartheid. Resulta sorprendente que una empresa pública española, ofuscada por hacer publicidad de la marca de cigarrillos que da nombre a la embarcación inscrita en la IV Vuelta al Mundo, olvide otros importantes connotaciones. Y también es inadmisible que decida utilizar recursos del sector público para que periodistas españoles contribuyan a desviar la atención del drama surafricano con el contrapunto sonriente de la llegada a Ciudad del Cabo del Fortuna Ligths.

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