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Los ciegos escuchan 'El último tango en París'

La actual política de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE), que quiere para sus afiliados actividades culturales normales ha impulsado una experiencia hasta hace unos meses insospechada. Un cinéfilo que perdió la visión de adulto, Miguel Hidalgo, selecciona en Sevilla películas para escuchar. Una de ellas, El último tango en París

Asignatura pendiente y ópera prima han sido algunas de las primeras películas españolas adaptadas por Hidalgo. La semana pasada se exhibió El último tango en París. Había cierta expectación entre el público asistente minutos antes del pase de la película. Por sus dimensiones y decorado, la fonoteca de la calle madrileña de Prim, sede de la ONCE, recordaba la sala de televisión de un colegio mayor; pro la espontaneidad del público y el abigarramiento humano, cine de barrio en la tarde del sábado.La sala estaba prácticamente repleta y en los pasillos flotaban aún personas, algunas de ellas acompañadas de su perro, que dudaban entre permanecer de pie durante toda la proyección o arriesgarse a ir palpando, butaca a butaca, si quedaba aún algún asiento por cubrir. La figura del acomodador se echaba en falta en esta sala de cine no comercial, a la que también asistían amigos y familiares de invidentes. "En la fila cinco, en el medio, queda una butaca libre", comentaba uno de los videntes confortablemente sentado a sus vecinos de a pie. "¿Y qué, qué adelanto con eso?", refunfuñaba una joven rubia provista de oscuras gafas que tiraba de un manso perro de color pardo. "Somos ciegos, ¿no?", dijo la joven, optando por permanecer de pie en un rincón.

Juan Ayer, coordinador de la fonoteca, también invidente, anunció El último tango en París con estas palabras: "Vamos a pasar una película que durante algunos años estuvo prohibida en este país como tantas otras cosas, y que motivó que muchos tuvieran que ir a verla a Perpiñán. Ahora, afortunadamente, ya se puede exhibir". Tras este comentario, el televisor de la sala empezó a pasar el vídeo de la película de Bertolucci con la novedad de la inclusión de una voz que leía el reparto y los títúlos de crédito. Algunos espectadores re clamaron que se apagaran las luces, petición atendida en medio de algunas protestas irónicas de los -invidentes que estaban de pie: "¿No es para ciegos?".

A oscuras, como en cualquier cine familiar, la única diferencia apreciable en el desarrollo del vídeo era la voz de la narradora que, sobriamente, explicaba las escenas. Así, antes de que la voz casposa de Brando se hiciera familiar, la narradora presentó a su personaje como "un hombre mayor, canoso". De María Schneider explicó que era "una bonita joven con sombrero y largo abrigode piel".

El primer encuentro sexual entre ambos actores en el piso vacío hizo exclamar a un espectador, con cierto regocijo, que los protagonistas iban demasiado rápidos. El relato de los movimientos eróticos en un tono puramente descriptivo, daba en ocasiónes a la cinta una dimensión poética. Otras veces, a juzgar por los comentarios del público, el súbito erotismo de los protagonistas, oído pero no visto ni esperado, resultaba un tanto extemporáneo. Los injertos narrativos, por otra parte, transformaban el filme de Bertolucci en una cinta de acción morosa, en la que la soledad de los personajes, su sentido de la destrucción o su falta de indulgencia quedaban realzados.

Algunos abandonaron la sala

Algunos espectadores abandonaron la proyección a la mitad, con una expresión cercana al cansancio.

La dificultad de convertir el cine, arte visual por excelencia, en un relato oral no parece representar un obstáculo para los directivos culturales de la ONCE. Algunos críticos de cine, sin embargo, consideran un contrasentido ver cine sin imagen. "Sería más util que escucharan teatro grabado", sugieren.

A las diez menos cinco, cuando la película terminó, sólo permanecían en la fonoteca unas quince personas, que abandonaron la sala precipitadamente y que parecían poco dispuestas a comentar en privado sus impresiones. "Es una película difícil, hay que reconocerlo", afirmá Juan Ayer. "La próxima vez trataremos de hacer una introducción al tema o al ambiente antes de iniciar la proyección".

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