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Yehudi Menuhin, a los 50 años de su primera visita a España

El violinista Yehudi Menuhin es uno de los pocos intérpretes que sobrepasan las barreras de su tiempo para convertirse en leyenda. Hoy día, este hombre de 69 años, que viaja sin separarse un momento de su violín y sin dejar que nadie se lo lleve, divide su actividad artística. entre la enseñanza y los proyectos humanitarios que ha promovido y supervisa. Anteayer volvió a Madrid para tocar un recital en el Real junto a su hijo Jeremy, al cumplirse los 50 años de su presentación en España.

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Por aquel entonces contaba con 19 años y actuó en pantalón corto en el teatro Calderón. Él, aunque no se considere así, comenzó de niño prodigio. A los cuatro años empezó estudios en San Francisco, para dar su primer concierto, nada menos que el de violín de Beethoven, a los 11 años. Desde entonces lo ha interpretado muchas veces, pero recuerda con especial cariño las que lo compartió con Furtwängles."Yo ya sentía que estaba en el buen camino cuando lo toqué aquella vez. Después lo comprobé al estudiar con grandes compositores como Bloch, Elgar o muy especialmente Bartók, la personalidad más avasalladora y el mayor genio que he conocido entre éstos, lo que da una perspectiva mucho mayor al trabajo de un simple violinista. Desde entonces, evidentemente, lo he ido madurando hasta el punto que muchas veces pienso que hoy lo tocaría aún mejor. Es un concierto que muchas veces prometí no volverlo a interpretar después de haberlo hecho con Furtwängles. Mi colaboración con él dio lugar a momentos extraordinarios, ya que él tenía un modo de recrear las obras, de profundizar en ellas como si fuera la primera ocasión, que no he conocido en ningún otro director".

Menuhin grabó también por aquellos años sus primeros dos discos. Era una soleada mañana californiana y sus padres lo esperaban a la salida de los estudios para regalarle el libro de Las aventuras de Robinson Crusoe y entradas para la primera película sonora.

"Los métodos han cambiado muchísimo. En aquellos tiempos sólo se podían grabar cuatro o cinco minutos seguidos; de hecho no se grabó en Berlín el primer concierto íntegro hasta poco después, y yo en 1929, dos años más tarde, grabé el de Bruch en Londres. Ahora se puede registrar una obra entera sin una sola interrupción y hasta tres veces seguidas y luego escoger la mejor, e incluso arreglar cualquier pequeño detalle. Por el contrario, no estoy muy seguro que la calidad del sonido sea hoy en día mejor que lo era hace poco tiempo. Muchos de los discos digitales suenan duros e inhumanos y no me emocionan de igual manera que los antiguos".

El violinista director opina que la música está viviendo un período excepcional, aunque entre la buena música hay también mucha bastarda.

"Hay un panorama muy rico, no sólo para la clásica, sino también para la preclásica, la que muchos musicólogos han redescubierto".

Partituras dormidas

"Es una pena", añade Mentihin, que en España no se haga nada para editar las partituras del siglo XII que duermen en iglesias y monasterios y en donde, como Nadia Boulanguer comenta, existen verdaderas joyas que supondrían una gran aportación a la cultura. Luego tenemos la música contemporánea, la de países con otros sistemas musicales e incluso la sintética, aunque en ésta todavía esté por escribirse la primera obra maestra. Hay también otra música bastarda, como las adaptaciones tipo western de genuinas obras indias, japonesas, incluso europeas, destruyendo intervalos, tonalidades..., y la compuesta a saltos y en medio de multiactividades, olvidando que el autor necesita un cierto vacío a su alrededor para desarrollar su capacidad creativa".

Al hablar de los aspectos humanos sus ojos brillan con mayor intensidad, no en vano parte de su tiempo se centra hoy en día tanto en promover la enseñanza como en llevar la música a personas que normalmente no tienen ocasión de disfrutar de ella. Menuhin ha fundado dos escuelas de enseñanza musical, una en Reino Unido y otra en Suiza, en donde los jóvenes estudian y viven en un régimen de confraternidad. Próximamente espera fundar una tercera en Barcelona. Por otro lado, otro proyecto, el Live Music Now, una organización de caridad destinada a acercar los artistas a enfermos, ancianos, presos, etcétera, que parece asentarse en Inglaterra, tras los 1.000 conciertos celebrados el pasado año, también extenderá sus actividades a nuestro país.

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