Crítica a una bostoniana
El artículo de Mary Anne Vetterling (EL PAÍS, 1 de octubre de 1985) me ha sorprendido mucho. Cuando empecé a leerlo pensé que era el típico artículo de un turista que había venido a Madrid por primera vez, a pasar unos días, sin haber salido nunca de su país. Luego descubrí que la autora era profesora de español de una universidad. ¡Me quedé helada! Parece mentira que pretenda impartir clases de español cuando por lo visto no sabe nada de España, o por lo menos se asusta de cómo son los españoles cuando viene a Madrid.Si yo fuera extranjera sin conocimientos sobre Madrid y quisiera que esta señorita me explicara un poco cómo es la vida en esta cap¡tal, las únicas conclusiones que sacaría serían las siguientes:
Las mujeres en Madrid llevan ropa sucia y vieja,y van por la vida agarradas a una bolsa; la gente de Madrid lleva gafas de sol sujetas con tiritas; en Madrid se roba impunemente; en Madrid no saben guardar cola; la gente de Madrid fuma muchísimo; los españoles son buenos y religiosos.
¡Gracias a Dios que nadie le robó, y que logró sobrevivir en Madrid!
Sencillamente esto. No habló para nada de la cultura, del arte ni de los aspectos sociopolíticos de este país. (Me pregunto si ha oído hablar alguna vez del Museo del Prado, y me imagino que ni siquiera sabe quién es Felipe González.) Yo soy extranjera, llevo tiempo aquí, es cierto, pero creo que cualquier persona de fuera que viene aquí, aunque sólo sea por unos cuantos días, podría sacar unas impresiones mucho más interesantes. Y el único sitio que se le ocurre visitar en Madrid es el McDonald's de la Gran Vía. No se le ocurrió dar una vuelta por las maravillosas tascas o cafeterías típicas del Madrid antiguo.
Desde el punto de vista informativo, el artículo de Rosa Montero me pareció mucho más profundo e interesante. Por lo menos, se tomó la molestia de hablar con la gente e introducirse un poco en la vida de Boston, entrevistándose con gente de distintos ámbitos profesionales, sobre temas tan di versos como la educación, la vida en familia, etcétera. Sus conclusiones son lo de menos. Creo que si la intención de la señorita Vetterling era replicar a este artículo, tenia que haberse esforzado un poco más por "mezclarse con la sociedad española.-
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