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El asesinato de Spadafora sitúa el desprestigio del Ejército panameño en su cota más alta

Antonio Caño

El asesinato del guerrillero panameño Hugo Spadafora, cuyo cuerpo decapitado fue encontrado el pasado 14 de septiembre en territorio de Costa Rica, tiene aún conmocionados a los ciudadanos, horrorizados al conocer las salvajes torturas a las que fue sometido. Panamá vive encogida desde que se informó de la muerte del carismático guerrillero. El desprestigio y la impopularidad del Gobierno de los militares no pueden alcanzar cotas más altas.

El malestar sólo está siendo contenido, tal como fuentes independientes y autorizadas observan, por un sentimiento de impotencia ante el ilimitado poder demostrado por las Fuerzas de Defensa panameñas, dirigidas por el general Manuel Antonio Noriega.Spadafora murió después de haber sido detenido por militares panameños, según todos los indicios de los que se dispone hasta este momento. Los jefes de las Fuerzas Armadas forzaron posteriormente la dimisión del ex presidente Nicolás Ardito Barletta para impedir la creación de una comisión investigadora independiente.

Un informe presentado por la autoridades judiciales costarricenses incluye las declaraciones de vanas personas que vieron cómo Spadafora, que se había destacado últimamente por sus críticas contra el general Noriega, era detenido el día 13 de septiembre por militares panameños, alguno de ellos uniformado, al entrar en su país procedente de Costa Rica.

Ese informe concluye que "todo hace suponer que el doctor Hugo Spadafora Franco fue ultimado en territorio panameño y su cuerpo tirado en territorio costarricense".

La Iglesia, los partidos de oposición, algunos integrantes de la coalición del Gobierno -entre ellos, el propio Barletta-, agrupaciones profesionales y ciudadanas y, sobre todo, la familia de Spadafora, uno de cuyos hermanos se ,encuentra en huelga de hambre desde hace 12 días, han pedido la creación de una comisión investigadora. El jueves, la población respaldó parcialmente un paro nacional convocado en demanda de esa comisión. El Gobierno se ha negado reiteradamente y ha dejado la investigación en manos del procurador general, a quien se acusa de estar tan a. las órdenes de los militares como el resto de las instituciones . públicas de Panamá.

El procurador panameño declaró el jueves que, por el momento, no hay detenidos ni testigos de que Spada ora fuera detenido en Panamá. Sin embargo, se sabe que están siendo investigados algunos oficiales y suboficiales de las Fuerzas de Defensa y se sospecha que la responsabilidad del asesinato se hará caer finalmente sobre algunos elementos militares aislados.

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Aunque la familia de Spadafora acusa directamente del crimen al general Noriega, cuya rivalidad con el guerrillero era antigua y notoria, otros medios sugieren la posibilidad de que el asesinato fuese ordenado por algún rival del jefe de las Fuerzas de Defensa en la cúpula del mando con el fin de desprestigiar y debilitar a Noriega. Las miradas están dirigidas al coronel Díaz Herrera, pariente del general Omar Torrijos -que gobernó Panamá durante 12 años y número dos en el escalafón militar. Si esta versión es cierta, no cabe duda de que el objetivo de los autores del asesinato estaría cumplido en parte. Noriega aparece más que nunca ante los ojos de los panameños como un hombre temible. Su imagen y la del sistema político panameño han sufrido un serio quebranto dentro y fuera del país.

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