Vericuetos de una pista iraní
RAFAEL FRAGUAS El secuestro y asesinato de diplomáticos soviéticos por parte de una organización islámica secreta libanesa coincide con un giro abierto de la política exterior de Irán hacia las superpotencias. Por exigencias estatales que los dirigentes iraníes consideran apremiantes, Irán abandona poco a poco su distanciamiento con Estados Unidos y amplía sus diferencias con la Unión Soviética.
La República Islámica de Irán es el único régimen de Oriente Próximo en el que algunas facciones del poder, probadamente a título individual, cuentan con ascendiente personal y poder sobre los grupos clandestinos libaneses shiíes.
Hashemi Rafsanjani, alto dirigente del régimen islámico iraní, declaró hace dos semanas en la universidad de Teherán que la hostilidad entre Irán y Estados Unidos ha perdido su razón de ser y debe dar paso a una nueva fase. La actitud del poderoso presidente del Parlamento de Teherán coincide con un retroceso bélico de Irán en su guerra con Irak, tras la casi completa destrucción, por la aviación iraquí, de la terminal petrolera de Jarq.
Esta situación bélica de Irán ha desatado la necesidad apremiante de remozar su aviación. Irán ha conseguido por circuitos no del todo claros y que incluyeron la complicidad de técnicos norteamericanos ahora juzgados, obtener aviones y repuestos para sus escuadrillas, a base de aparatos norteamericanos F-5, F-4 y F-14.
Además, Irak consiguió la pasada primavera restablecer relaciones diplomáticas plenas con Estados Unidos, país que rompió con Irán en 1979.
El militantismo shií ha llevado a altos dignatarios iraníes, como el gran ayatollah Husein Alí Montazari, sucesor in péctore de Jomeini, a convocar reuniones en Teherán, el pasado verano, con las facciones afganas que combaten la presencia soviética en Afganistán, con el objeto de unificarlas y aumentar su capacidad bélica.
Fue la mediación del propio Rafsanjani la que consiguió la liberación de un diplomático saudí secuestrado en Líbano por Yihad Islámica, como gesto de buena voluntad hacia Arabia Saudí.
14 millones para los shiíes
Fuentes comunistas iraníes aseguran que el régimen islámico de Teherán ha enviado recientemente 14 millones de dólares (2.240 millones de pesetas) a las organizaciones shiíes libanesas y consideran que, si bien el régimen teheraní no puede decidir las actividades de las facciones más radicales, sí puede neutralizarlas o truncarlas. Esta hipótesis asienta la sospecha de una pista iraní tras los secuestros de funcionarios soviéticos en Beirut. Alguien, en Teherán, ha querido facilitar a Washington el desalojo soviético de Oriente Proximo.
La URSS, poco a poco, ha conseguido reaparecer en un escenario del que, tras la ruptura egipcio-soviética de Nasser, en 1970, había sido apartada.
Por la inducción de Siria, aliada de Moscú, y por una aproximación progresiva a Kuwait y Omán, con quien la URSS acaba de restablecer relaciones, Moscú ha recuperado un protagonismo en Oriente Próximo que los inductores del secuestro desean zanjar.
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