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Crece la impotencia y el pesimismo en torno a la suerte de los diplomáticos soviéticos secuestrados en Líbano

La sensación de impotencia y el pesimismo que reina en la capital libanesa sobre la suerte de tres funcionarios soviéticos, que, junto a un cuarto asesinado el miércoles, fueron secuestrados el pasado lunes en el sector musulmán -Oeste- de Beirut, han sido puestos de manifiesto claramente por el encargado de negocios de su misión diplomática, Vuri Suslikov, quien ha afirmado: "Cada minuto que pasa espero malas noticias".

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Los presuntos secuestradores de los soviéticos, la Organización de Liberación Islámica-Fuerzas de Jaled Ben al Walid, no han vuelto a dar señales de vida después del último comunicado difundido en la noche del miércoles, en el que daban un ultimátum a todo el personal soviético en Beirut y a los "miembros del KGB" para que abandonen la misión diplomática antes de las cuatro, de la tarde (dos de la tarde, hora peninsular) del viernes.Tras esta amenaza, acompañada de la condición para poner en libertad a los tres secuestrados -y de la amenaza de ejecutarlos si no se cumple- de que las fuerzas ateas, en referencia a las milicias prosirias que combaten en Trípoli a sus correligionarios del Movimiento de Unificación Islámica (MUI) -en su mayoría integristas suníes-, se retiren, dos cordones de seguridad se han apostado alrededor de la Embajada soviética en Beirut. Uno formado por fuerzas de la seguridad interior libanesa y otro de milicianos del Partido Socialista Progresista druso, que ya el miércoles prestaban protección particular a Suslikov.

Éste se ha entrevistado en dos ocasiones en las últimas 48 horas con el presidente Amín Gemayel y los iefes del Ejército y de la seguridad libanesa, a quienes les ha transmitido dos mensajes del Gobierno soviético. De acuerdo con estas misivas, Moscú considera los secuestros y el asesinato de sus ciudadanos como "un acto agresivo inaceptable para la Unión Soviética" que, de acuerdo con un despacho de la agencia Tass, "no puede ser perdonado".

Los editorialistas de la Prensa libanesa y los observadores diplomáticos occidentales en Beirut se han encontrado, ante esta situación, cuando menos perplejos, ya que deducen que esta operación de secuestro de hombres del bloque del Este, y el agravante de haberse atrevido a cumplir su amenaza de matar a uno de ellos, su pone un clarísimo desafío a la política siria en Líbano, al golpear directamente a la Unión Soviética.

El Gobierno de Damasco apenas ha hecho mención de los secuestros de los soviéticos, lo que puede indicar su desconcierto y su malestar. Este silencio pone también de manifiesto la impotencia con que Siria se enfrenta a esta situación nueva y peligrosa para la política que patrocina en Líbano y para su mismo papel de potencia en la zona.

Aún mayor malestar debe producir en el Gobierno de Damasco la ejecución de un diplomático de una potencia que tradicionalmente ha tratado de mantener relaciones de amistad con los países árabes, y en especial con Siria, cuando esto no ha sucedido con los rehenes estadounidenses, franceses, o británicos.

Además de los cinco atentados perpetrados, al parecer, por simpatizantes de los sitiados en Trípoli contra sedes de partidos pro-sirios en la capital libanesa que tienen fuerzas destacadas en la citada ciudad del Norte, ayer, jueves, fue asesinado un dirigente del Partido Comunista libanés, Selim Yamout, en su oficina de Beirut. Se sospecha que los autores del crimen son asimismo de tendencia fundamentalista islámica.

Mediación de Irán

En esta ocasión se han ejercido los oficios mediadores de Irán, la República Islámica -shií-, cuyo representante en Líbano, Mahmud Nourani, junto a uno de los líderes visibles del Partido de Dios, Sobhi Tofaili, y de Hussein Musaui, de Amal Islámica, dos formaciones integristas shiíes proiraníes, acompañaba el miércoles a Damasco al jefe de los integristas suníes, asediados en Trípoli, Said Chaban.

Irán, que mantiene buenas relaciones con Siria y Chaban, ha tratado de poner fin a los combates que se iniciaron en Trípoli el pasado día 15 y que, según la Cruz Roja -que pudo entrar en la ciudad sitiada el miércoles, aunque sólo por media hora- han causado más de 500 muertos y provocado el éxodo de dos tercios de la población de la ciudad.

El presidente del Parlamento iraní, Hachemi Rafsanjani, repetía ayer la petición de su país a "todas las partes, y en particular al Gobierno sirio, de que hagan los máximos esfuerzos para poner fin a la sangría de Trípoli".

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