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El Takigi-Noh trae a España una reliquia de la expresión teatral japonesa

El grupo Takigi-Noh, de Kioto, especializado en el género teatral japonés nô, cuyos orígenes se remontan a mil años atrás, pasó por Madrid los pasados lunes y martes para realizar dos únicas actuaciones dentro del marco del Festival de Otoño. Takigi-Noh eligió los jardines de Cecilio Rodríguez, del Retiro madrileño, para poner en escena su insólito espectáculo, que es una reliquia de la expresión artística japonesa.

Sobre el escenario, cuando actúan, los actores del Takigi-Noh crean un clima de magia en el que son capaces de sumergir a un público occidental como el madrileño, que sigue las acciones en un silencio sepulcral. Sus movimientos están llenos de misterio. Un actor shite (actor principal) declara: "Nuestro espectáculo no depende del público, nos da lo mismo cuál sea éste. Nosotros nos metemos dentro de la acción y procuramos vivirla".Se sumergen dentro de la máscara y, como dice el periodista Luis Carandell, gran seguidor de este teatro en su estancia en Japón: "Aquí se comprueba la identificación etimológica entre persona y máscara. Si el teatro occidental perdió el uso de la máscara, que era esencial en el teatro griego, el lo ha mantenido como el elemento de mayor importancia para el logro de la expresión teatral. Su lenguaje es un japonés muy elaborado, mucho más antiguo y culto que el que emplea el teatro kabukí".

El es una estilización lírica, un drama de máscaras que utiliza canto llano, canciones, danzas simbólicas, percusión rítmica y poéticas imágenes para expresar temas de anhelo humano y de espíritus de la muerte irreconciliables. Va siempre unido al kyogen, pequeñas obras cómicas que se introducen de forma alternativa entre las piezas de teatro nô. El actor empieza a aprender a una temprana edad, imitando con precisión a su profesor (normalmente su abuelo), aunque no pueda comprender el significado ni la poesía de sus palabras. Hace su debú a los cinco años y sigue aprendiendo hasta los 30 o 40 años.

Actor enmascarado

El actor principal debe también aprender tambor, flauta y piezas corales, y va siempre enmascarado, al igual que el waki, segundo actor; el resto de los actores,y los músicos nunca llevan máscaras. Realizadas éstas con madera de ciprés pintada, son inexpresivas y de una gran perfección artesanal. Los personajes fémeninos son interpretados por ellos, al ser un teatro en el que no intervienen mujeres; y un actor shite nunca hace el papel de un waki, y viceversa.

El teatro crece y se consolida en Japón hace 600 años, convirtiéndose en un espectáculo característico de este país. Desde entonces está ligado al teatro samurai, un teatro protegido y promocionado por la aristocracia, los señores feudales y la clase militar, esta última dominante cuando nace el nô, en la época del Shogun, líder militar y más alto mandatario de Japón.

En la actualidad sólo quedan cinco grandes escuelas de teatro -cuya escritura correcta es en lugar de noh-, según muchos expertos, ya que en los últimos 100 años, desaparecido el sistema feudal, los samurais perdieron poder y desaparecieron numerosas escuelas de nô.

El recibe su influencia del teatro sarugaku, que hace 1.000 años existía en China. En Japón evolucionó, se unificó con otros elementos escénicos, y hace 600 años se convirtió en lo que es hoy. En sus orígenes tenía un carácter religioso, y aún hoy su comienzo en el escenario siempre es por un okina, pieza inicial que antiguamente tenía un efecto purificador.

Es un teatro para minorías, para personas entendidas y para una elite determinada, en contraposición con el teatro kabuki, que surge en el siglo XVII y que es para masas, popular, y que llega a tener unos 200 guerreros en escena. "Para nosotros", comenta un actor shite, "el es un teatro lleno de serenidad, de seriedad, de sobriedad, altamente refinado y en el que cuidamos mucho las formas, los elementos formales de un espectáculo, donde controlamos de forma muy especial los sentimientos".

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