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Un torero soriano al natural

Cuando José Luis Palomar torea en Madrid sus seguidores le ponen pancarta con una leyenda larguísima donde, resumiendo, dicen que es de Soria. Ser de Soria tiene una importancia específica incuestionable, cuyo orgullo proclaman los palomaristas confesos, pero en taurinismo está devaluada, pues los taurinos dicen que los toreros han de ser der zú. Como siempre, su dogmatismo les confunde. Los toreros pueden surgir de las húmedas brumas de Terrachá, o más al norte, siempre que entiendan que el toreo es dominio y que se ejercita con naturalidad. Ambas condiciones las tiene entendidas y asumidas el torero de Soria, que en el toro manda o eso intenta, a despecho de la pinturería, y es torero al natural.

Plaza de Guadalajara, 21 de septiembre

Cuarta de feria.Toros de Torrealta, con dificultades excepto el quinto. Flojos. Luis Francisco Esplá: dos pinchazos, estocada delantera y dos descabellos (ovación y saludos); cinco pinchazos (silencio). José Luis Palomar: tres pinchazos y media perpendicular (ovación y saludos); estocada recibiendo y descabello (dos orejas). El Soro: pinchazo y estocada corta caída (silencio); metisaca bajísimo y media (silencio).

José Luis Palomar es como es, su sorianismo incluido, y allá le ríe al toro, o le guiña al tendido, o le habla a un peón atropelladas palabras que nadie entiende, quizá para sacudirse los miedos, relajar el ánimo y ceñir el lance con arreglo a los cánones. A su primer toro le aguantó los desabridos parones, lo cual tiene mérito, y al otro, que llegó muy boyante al último tercio, le hizo una faena de alta categoría, llena de exquisiteces. El torero soriano que es como es, toreaba al natural como debe ser: adelantando el engaño, cargando la suerte cuando llegaba la cabezada, embarcando con temple hasta el remate, limpio y ajustado para ligar el siguiente pase.

Los der zú no pondrían mayor sentimiento, principalmente mayor entendimiento, que este soriano al natural cuando interpretaba las suertes fundamentales, armoniosamente abrochadas con los pases de pecho hondos o el ayudado solemne, ante la maravillada afición alcarreña, y para que su creación artística tuviera la rúbrica adecuada, mató recibiendo de un gran estocada.

En banderillas ya no estuvo tan acertado Palomar. Mediocre en los cuarteos, en los quiebros añadía astutos regates, total para nada, pues reunía allá y dejaba los palos acullá. Como los tres espadas de ayer son banderilleros, en los primeros toros se cedían los palos. Como es habitual, Esplá hizo lo más espectacular, mientras el Soro prendía muy reunido, asomándose al balcón de verdad de la buena. El público disfrutó con estas escenas, se le veía felicísimo. Y entraba en alboroto cuando Esplá corría como una moto llevando muy encelado el toro "a la espalda", o hacía alarde de maestría cuando ordenaba al toro que se parara ahí, y ahí se paraba.

Al primero lo lidió de primor, lo puso en suerte con un recorte cogido el capote por la esclavina. dibujó un quite por navarras. Al cuarto, no tanto. Las faenas de muleta tuvieron que ser de recurso, pues los toros tenían media arrancada. Lo mismo le ocurrió a El Soro, que únicamente pudo enardecer al graderío con sus largas cambiadas de rodillas. También estos diestro son como son, poseen una personalidad con la que no siempre comulgan los dogmáticos taurinos profesionales. Pero el que ayer hizo en Guadalajara el toreo güeno fue un soriano al natural, tan extrovertido y a la pata la llana, que siempre está en turno de repesca y no llega a ocupar en el toreo el lugar que le corresponde.

Triunfo de Ruiz Miguel

En otras plazas españolas se celebraron ayer corridas de feria.

Salamanca. Toros del conde de la Corte. Ruiz Miguel, ovación y dos orejas. Morenito de Maracay, vuelta y oreja. Cesterito, ovación y silencio.

Lorca. Toros de Población. Dámaso González, palmas y oreja. Pepín Jiménez, tres orejas. Manuel Cascales, oreja y palmas.

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