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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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La deuda externa, Fidel Castro y Henry Kissinger

La deuda externa latinoamericana se está convirtiendo, poco a poco, en el primer factor catalizador del conjunto de la región. Su cuantía, 360.000 millones de dólares ahoga a prácticamente todos los países de la zona. Dos personajes de trayectoria tan diferente como son Fidel Castro y Henry Kissinger han coincidido recientemente en resaltar el problema emergente aunque con estrategias claramente distintas.

Tanto Fidel Castro como Henry Kissinger han salido a la primera línea de la política, internacional para proponer un cambio sustantivo en la situación de la deuda externa de América Latina. Es notable esta coincidencia.Se trata de dos hombres de gran talento y percepción estratégica que han venido planteando sus puntos de vista desde hace ya tiempo y que ahora han reiterado sus posturas, llegando a sugerir fórmulas concretas.

En los últimos meses, Fidel Castro ha señalado que la deuda no es sólo impagable, sino que también es incobrable. En el discurso de clausura de la reunión de La Habana sobre deuda externa, en agosto último, señaló que cualquier fórmula que no contemplara una suspensión de pagos y una reducción de la deuda acumulada era inviable para la región.

Kissinger, en un artículo publicado en EL PAIS el 1 de junio de 1985, sostiene algo similar cuando afirma que, para Estados Unidos, la deuda es un problema financiero, y en cambio, para América Latina es de supervivencia de las instituciones políticas.

Ambos han hecho proposiciones concretas. Kissinger ha sugerido una suerte de plan Marshall para América Latina, y ha propuesto un nuevo organismo para el desarrollo del hemisferio occidental. Ese organismo sería financiado por países desarrollados, haría renegociaciones a largo plazo y rebajaría los intereses.

Castro, por su parte, ha diseñado un camino, en lugar de una fórmula concreta, Su proposición es que la deuda no puede pagarse, que los recursos que hoy América Latina destina al pago de intereses deben ir a resolver los problemas económicos. más urgentes, y que es preciso estructurar un nuevo orden económico internacional. Ha ironizado la propuesta de Kissinger expresando que el problema es tan grave que ni 25 planes Marshall resuelven la situación.

Dos visiones

Ambos hombres se han percatado de su presencia simultánea en el debate internacional del tema. Fidel se ha referido a Kissinger en los siguientes términos:

"Kissinger, que, sin duda, es uno de los individuos de más talento, de los políticos de más capacidad intelectual en el imperio, ha planteado ya fórmulas que no se alejan demasiado de las que estamos planteando nosotros, y ha dado la señal de alerta". (Su intervención el 7 de julio de 1985 en el Congreso de la Federación Latinoamericana de Periodistas).

Kissinger se ha referido a Castro así:

"No es casualidad que Fidel Castro haya hablado recientemente de la crisis provocada por la deuda latinoamericana en lo que, para él, son términos relativamente moderados". (EL PAIS, 1 de junio de 1985).

¿Por qué esta preocupación tan marcada por la deuda?

Ambos perciben una situación que se tornará inmanejable. La insensibilidad de la Administración Reagan y de los países desarrollados puede llevar a un punto en que se pierda el control sobre los acontecimientos. Una serie de países puede caer involuntariamente en moratoria, desatar represalias, generar agudas tensiones económicas y políticas, poner en peligro algunos bancos y, en definitiva, ocasionar una crisis internacional de grandes proporciones.

Además, la proyección de esta crisis es de largo plazo y, por tanto, estará en el escenario, internacional por mucho tiempo. No existen soluciones puramente financieras ni de corto plazo. Se podrá aliviar la carga por uno o dos años para algunos países, pero luego habrá otra recaída, salvo que se modifiquen las causas de fondo.

Sin embargo, los propósitos que abrigan ambos personajes no son los mismos.

Kissinger es consciente del riesgo de un empeoramiento de las relaciones hemisféricas. En su criterio, hay que adelantarse a la crisis, pues están en juego los intereses de seguridad de Estados Unidos como resultado de la inestabilidad política potencial y del sentimiento antinorteamericano. Kissinger previene contra el populismo, el nacionalismo y una radicalización que podría socavar las bases del libre mercado y la libre empresa. Por tanto, habría que impedir la formación de un frente latinoamericano que hiciera más difícil el manejo. del problema para Estados Unidos.

Kissinger critica al presidente Ronald Reagan por su inacción, y también advierte contra Castro: "Fidel Castro contempla proseguir su tarea revolucionaria minando las relaciones entre Estados Unidos y sus vecinos del Sur". En suma, Henry Kissinger busca dar un paso importante para descomprimir; conceder algo ahora antes que verse obligado a ceder mucho más después.

Obligar a EE UU a negociar

Fidel Castro señala que el objetivo es acumular suficiente fuerza para obligar a Estados Unidos y a los demás países industrializados a negociar. Pero la negociación debe ser sobre un nuevo orden económico y no sobre la deuda, pues esta última no da margen para negociar.

A su vez, Castro advierte contra Kissinger y su objetivo de un cambio preventivo limitado: "( ... ) el imperialismo va a tratar de mediatizar esta lucha ( ... ), de impedir esta rebelión antes de perderlo todo ( ... )", señalaba en un discurso el mes de julio.

En la reciente cumbre de Bonn, los jefes de Gobierno de países industrializados dieron una respuesta fría y formal a la carta firmada por 11 presidentes latinoamericanos pidiéndoles una acción para cambiar la situación. Si esta indiferencia continúa y, al mismo tiempo, se acrecienta la conciencia latinoamericana, se creará un nuevo escenario.

A América Latina no le queda sino un camino: crear la máxima presión a su alcance, por todos los medios, para obligar a EE UU a negociar.

El costo social, económico y político que pagamos los latinoamericanos es extremadamente alto, y esto no puede ni debe continuar.

Sergio Bitar fue ministro de Minería chileno en el período de Salvador Allende.

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