Amman, capital de la OLP
Amman se convierte de nuevo, poco a poco, con discreción, en la capital de hecho de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP); pero, a pesar de las advertencias israelíes dirigidas al rey Hussein para que ponga término a la "amenazante actividad subversiva" en su reino, la resistencia palestina no dispone en Jordania de aquel Estado dentro del Estado con el que contó en Líbano hasta 1982.El primer ministro israelí, Simón Peres, confirmó las anteriores amonestaciones de sus ministros llamando la atención en agosto, a través de EE UU, al monarca hachemí, y días después, el titular de la cartera de Defensa, Isaac Rabin, recordaba que Ias bases palestinas no son santuarios por el mero hecho de estar situadas en territorio jordano".
La multiplicación de las amenazas es interpretada en Amman por palestinos y jordanos como un intento del Gobierno de Peres de apaciguar a su opinión pública, indignada por los atentados antiisraelíes realizados, sobre todo, en los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza, y que han costado la vida a 13 judíos desde principios de año, mientras sólo durante la última semana otros nueve han resultado heridos.
Ante tal reiteración de acusaciones, las autoridades jordanas ni siquiera se molestan ya en desmentir la existencia de bases palestinas autónomas en su país, de las que acaba de encargarse el Departamento de Estado, uno de cuyos portavoces aseguró a principios de semana que el soberano "sólo había permitido a la OLP establecer en su territorio instituciones administrativas".
Desde que en septiembre de 1982, al finalizar el sitio de Beirut, Yasir Arafat, líder de la OLP, volvió a visitar Amman con regularidad, y más aún desde que en febrero de este año concluyó con Hussein la famosa fórmula de acción conjunta, que debería facilitar la apertura de conversaciones de paz, la ciudad se ha convertido en la capital de la resistencia, aunque su sede política oficial sigue en Túnez.
Pero si desde entonces la OLP ha transferido parte de su burocracia hasta la orilla oriental del río Jordán y ha aumentado allí sus efectivos militares, éstos siguen estando bajo el estricto control del Ejército jordano para evitar, justamente, la repetición del sangriento septiembre negro de 1970, que marcó el final de la presencia armada autónoma palestina en el reino.
El primer indicio de la mejora de las relaciones entre Jordania y la OLP fue justamente la liberación de la casi totalidad de los presos palestinos, algunos encarcelados desde 1970, que culminó en noviembre del año pasado cuando por primera vez se celebró en Amman la reunión del Consejo Nacional Palestino (CNP, parlamento en el exilio).
Máquina administrativa
El CNP ha sido la primera institución de peso de la enorme máquina administrativa palestina que se ha instalado en la capital jordana, donde la casi totalidad de los miembros de la dirección de la OLP disponen ahora de apartamentos para sus frecuentes estancias, e incluso el propio Arafat ha alquilado una casa en un suburbio habitado por palestinos. Pero las autoridades hachemíes prefieren que, por motivos de seguridad, se aloje en la residencia de huéspedes oficiales. El viejo líder forma ya hasta tal punto parte del establishment jordano que, durante las fiestas musulmanas, la televisión le muestra rezando en la mezquita con el rey y el Gobierno.
Desde que se inició el proceso de reconciliación entre Jordania y la OLP, esta última ha sido autorizada a incrementar los efectivos de su brigada Al Badr y una segunda brigada fue también creada en octubre de 1984, pero el número de los fedayin que la componen permanece secreto.
Ambas, en todo caso, están sometidas a la tutela de las fuerzas armadas reales, que las arman y las entrenan, y su grado de autonomía es incluso inferior, según fuentes diplomáticas, al de los contingentes palestinos estacionados hasta ahora en Túnez y Argelia, y que la OLP tiene la intención de trasladar a Irak y también, si lo logra, a la región meridional libanesa de Sidón.
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