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Amand Mattelart: "Hoy los intelectuales se vanaglorian de que les gusta 'Dallas"

Armand Mattelart, francés, de 46 años, trabaja como teórico e investigador de los medios de comunicación desde mediados de los años sesenta. Nunca ha sido militante de partido, se sitúa en la izquierda y desea mana tenerse siempre en actitud crítica. Fue a Chile en 1962, donde trabajó principalmente como economista, hasta el golpe de Estado y asesinato del presidente Salvador Allende. Propuso, en vez de la entrevista, una lConversación en torno a las inquietudes e incertidumbres culturales de nuestros días, sobre la crisis de los intelectuales y de la izquierda y los desafíos del futuro.

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Mattelart lleva en su cuerpo una secuela del golpe de Augusto Pinochet: "La emoción fue tal que encanecí en 15 días". Ha escrito numerosos libros, entre ellos La cultura como empresa multinacional y La comunicación en un proceso de liberación, y es el autor de un informe sobre medios de comunicación para el ministro francés de Cultura, Jack Lang. Recientemente estuvo en Madrid para participar en las jornadas La televisión en España, mañana, que organizaron el Ente Público Radiotelevisión Madrid, la Fundación Pablo Iglesias y el Círculo de Bellas Artes.Sus primeras reflexiones parten de la televisión para referirse después a la crisis de los intelectuales y a los esquematismos políticos que impiden conocer la realidad de los cambios. "La clase intelectual es hoy mucho menos crítica hacia los medios de comunicación si consideramos lo que ocurría hace 10 o 15 años. Hoy prevalece esa tendencia legitimadora de los medios. Este nuevo planteamiento tiene aspectos positivos y negativos. Es positivo en la medida en que los críticos del pasado tendían a ser apocalípticos respecto a lo medios y casi nunca tuvieron en cuenta a los usuarios. Pero es negativo en la medida en que se han ido a la otra orilla: el acriticismo se convierte en una exaltación de los medios. Hace años los intelectuales se preciaban de no tener televisor; hoy se vanaglorian de que les gusta Dallas y celebran las bondades seductoras de la lógica del mercado. Hoy día te espetan los argumentos que los publicistas norteamericanos les hacían a ellos: no os gusta la televisión porque no os gusta lo que le gusta al al pueblo".

La crisis de las utopías

Añade Mattelart que este fenómeno es un claro indicador de la crisis cultural y de proyecto social, que se refleja en las relaciones del individuo con el Estado y de un Estado con otros países. "Se está descomponiendo una sociedad y se está recomponiendo otra", dice, "y resulta muy difícil, en esta encrucijada, ver hacia dónde vamos. Están en crisis las utopías sociales y a ello ha contribuido que los intelectuales, alineados durante la primera guerra fría en la izquierda, se sitúan ahora, durante la segunda guerra fría, como defensores del liberalismo. Uno de los factores que han precipitado esta situación es el hecho de, que la izquierda ha llegado al poder. Pero no ha sido su causa, ya que la crisis existe antes de esta llegada al poder. Hoy es muy difícil percibir las corrientes críticas que existen en la sociedad, porque no emergen, no tienen ese papel mediador que desempeñaban antes, como, productores y difusores de conocimiento, quizá porque es cuestión de elegir entre salir en los medios o mantenerse al margen. Puede decirse que esa labor de recomposición de la conciencia crítica no es visibIe".

Esquemas totalitarios

Una gran parte de quienes dirigen hoy la política del desarrollo tecnológico, tanto en Francia como en otros países de Europa, provienen de la izquierda crítica. "Muchos vienen del mayo del 68 y han cogido el relevo de una nueva clase de empresarios jóvenes, los yuppies, como dicen en Estados Unidos. Algunos eran empresarios de medios de comunicación que antes estaban en circulos alternativos de la Prensa y que ahora son los promotores de los grupos multimedia. Por otra parte, ha hecho mucha mella en los intelectuales la ola de anticomunismo. La referencia Este-Oeste se ha convertido en un eje para interpretarlo todo y así no hay espacio para cuestionar el poderío norteamericano". -"El anticomunismo de los intelectuales franceses", prosigue Mattelart, "y que conste que Yo soy el primero en criticar al Partido Comunista Francés, ha limpiado el terreno, impide la crítica a la cultura que se fabrica en Estados Unidos y sus modos de producción. Hay un sector socialista en, Francia muy anticomunista y tienen sus razones para serlo, pero eso no justifica muchos planteamientos que nacen de esta actitud. Cuando te permites criticarlos siempre te contestan: en el Este se está peor. Y es verdad, pero también lo es que el anticomunismo significa que1egitimas como único modo de percibir el mundo un maniqueísmo que entontece y que te impide pensar y criticar. Embrutece hasta el extremo de que intelectuales que antes eran de izquierda firman ahora esa aberración del manifiesto de apoyo a Reagan y a los contra de Nicaragua. Los que lo han hecho no entienden lo que está pasando en el mundo. El mundo es mucho más complejo que ese esquematismo de ejes Este-Oeste, Norte-Sur, izquierdaderecha, público-privado, etcétera. La realidad no puede reducirse al blanco o negro. Hay que luchar contra todo esquematismo porque no son otra cosa que nuevas formas de totalitarismo".

El fenómeno, prosigue, es muy complejo. En primer lugar, la clase intelectual está cambiando de contenido. Antessé vinculaba al intelectual con el escritor, con la producción escrita. "Lo literario y lo filosófico definían al intelectual y fue un error de la izquierda limitar este horizonte. Puede que hoy día el intelectual orgánico, como diría Gramsci, sea el ejecutivo de una empresa de publicidad, el que maneja técnicas de gestión de la opinión pública, más que el filósofo".

"Antes se decía que había que transformar críticamente la sociedad. Ahora, después de 20 años, se descubre que la crítica puede minar la sociedad, los conceptos de democracia, de participación y descentralización. Desaparecen antiguas certidumbres y aparecen, nuevas incertidumbres. Lo impor tante es volver. críticamente sobre las certidumbres del pasado por que si no caeríamos en la ley de la obsolescencia cultural y política. Creo que la transformación de los sistemas de comunicación social supone una reestructuración, de, los grupos de poder".

"No hay país industrializado que no quiera pasar a la era electrónica sin contar con la alta tecnología. Las tecnologías de la información, desde la televisión hasta la electrónica militar y ordenadores, están consideradas como la principal herramienta para salir de la crisis y el imperativo industrial espolea ese mercado. Pero se produce un desfase, ya que se construye la tecnología, los equipos, antes de pensar en los programas y contenidos, y es aquí donde los intelectuales tienen un espacio".

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