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El cultivo más rentable

La ponencia de Tamar Oppenheimer, directora de la. División de Drogodependencias de las Naciones Unidas, apenas dejó margen al optimismo. Su exposición fue un amargo recorrido por los frentes abiertos contra la producción y tráfico de drogas, en el que abundaron los fracasos y las evidencias de impotencia: "El programa aprobado por las Naciones Unidas en diciembre de 1981 para reducir los cultivos de semilla de opio y cannabis concentrada en unos pocos países ha tenido que ser abandonado", comenzó diciendo Tamar Oppenheimer.El fracaso se debe a que "la sustitución de cultivos de droga por otros exige grandes incentivos" y resulta demasiado caro para tan exiguos resultados. Las plantaciones de coca, opio o cannabis serán, siempre, mucho más rentables.

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Ante una realidad tan patente, las Naciones Unidas se plantea ahora un cambio de estrategia. "El trabajo debe continuar a nivel nacional, con el apoyo de la comunidad internacional", dijo la profesora Oppenheimer. "Pero tampoco hay que engañarse. Los recursos nacionales e internacionales son limitados. La experiencia indica claramente que, incluso cuando el cultivo ilegal de la droga es erradicado de una zona o región, traficantes organizados internacionalmente lo trasladan a otra, explotando un mercado ya dispuesto y a menudo en expansión".

A ello hay que añadir, según Tamar Oppenheimer, "el fácil acceso a las drogas manufacturadas y el sombrío panorama que ofrecen las nuevas drogas sintéticas. Conseguir limitar la oferta de esas drogas es cada vez una meta más lejana. Los gobiernos han incrementado su acción los últimos años, pero sus instituciones están sobrepasadas y la moral de las personas que trabajan en ellas es cada vez más baja ante la evidencia de la corrupción creciente que se observa incluso en cargos relevantes"..

"Cada vez resulta más claro", continuó diciendo en su ponencia, "que el objetivo ha de ser controlar y prevenir la demanda de la droga pues, a no ser que esta demanda pueda ser restringida y contenida, estamos abocados a un deterioro continuo. Cada generación sucesiva de drogadictos tendrá su equilibrio psíquico y su salud más deteriorada".

Según Tamar Oppenheimer, los informes que los distintos gobiernos han entregado al secretario general de las Naciones Unidas indican que el consumo de droga sigue creciendo, que la edad de inicio es cada vez más temprana, que se crean drogas nuevas para estimular la demanda y que el consumo hasta ahora circunscrito a las zonas urbanas se traslada rápidamente también a las rurales.

Ante estas perspectivas, Oppenheimer propugnó una política basada en tres pilares: coordinación, información y educación.

Por ello, las Naciones Unidas destinarán sus recursos a apoyar y subvencionar los programas de los distintos países, en lugar de desarrollar sus propios programas.

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