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Reportaje:

Cocaína para el rico, heroína para el pobre

El consumo de opiáceos deja de crecer en los países más avanzados, donde la 'coca' se extiende rápidamente rodeada de una aureola de prestigio

Milagros Pérez Oliva

El 34º Congreso Internacional sobre Alcoholismo y Toxicomanías, al que acudieron más de 800 profesionales y políticos de 55 países de los cinco continentes, confirmó que el tráfico de droga es el más internacional de los problemas actuales y se expresa en forma de grandes tendencias que, como otros fenómenos de este siglo, primero se manifiestan en los países desarrollados y luego se van desplazando progresivamente hacia los subdesarrollados. Ésta es también la tendencia que seguirá la heroína, según coincidieron los expertos reunidos, que aportaron información de primera mano sobre la situación de prácticamente todo el planeta. Entre los 800 participantes únicamente había dos expertos españoles: Santiago de Torres, jefe de la Unidad de Toxicomanías del Hospital del Mar, de Barcelona, y Pedro Enrique Muñoz, de la Comunidad Autónoma de Madrid.

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La representante de las Naciones Unidas, Tamar Oppenheimer, anunció que el secretario general de ese organismo convocará para 1987 una conferencia internacional a nivel ministerial para abordar los planes de prevención que deban adoptarse. Antes de ese encuentro ministerial, los expertos quedaron citados para una conferencia previa, organizada por las Naciones Unidas y el Gobierno de Suecia, que se celebrará el año próximo en Estocolmo.

El dato más importante de los ex puestos en el congreso, por las implicaciones que puede tener, es que el consumo de heroína ha alcanzado su techo en Estados Unidos y Canadá, países que hasta ahora eran los principales destinatarios del tráfico ilegal de drogas, y se encuentra relegado a capas marginales de la población, las que los expertos norteamericanos denominaban "otras etnias".

De vuelta al Tercer Mundo

La cocaína, por el contrario, está experimentando un enorme crecimiento, acompañada de una importante aureola de prestigio entre las personas que la consumen, que actúa como factor de expansión. Ambas drogas conforman un discurso cultural en forma de péndulo: la cocaína frente a heroína, prestigio frente a desprestigio, poder frente a miseria.Este tipo de discurso fue considerado por los expertos altamente peligroso, pues cuando una droga aparece prestigiada frente a otra, el resultado es la creación de una moda y un crecimiento espectacular de la droga prestigiada en todas las capas de población.Aunque el congreso puso de manifiesto la dificultad que existe para poder cuantificar el consumo de cualquier droga por falta de estadísticas fiables, las cifras aportadas por los congresistas relativas a Estados Unidos resultan altamente reveladoras, aun cuando puedan tener un cierto margen de error. Según esos datos, el consumo de heroína se ha estancado en aquel país en una cifra que se sitúa en torno a los tres millones de heroinómanos. Por primera vez se ha detenido su crecimiento. En el caso de la cocaína, en cambio, se estima que en 1974 la consumían más o menos regularmente 5,4 millones de personas y, en 19 83, unos 22 millones de norteamericanos.

El mismo fenómeno está comenzando a observarse en los paises más desarrollados de Europa.

Todo parece indicar que en las naciones más desarrolladas prevalecerá el consumo de cocaína y de drogas sintéticas, y que la heroína será la droga que se consuma preferentemente en el Tercer Mundo, especialmente en Asia. Los países actualmente productores de opiáceos, como Tailandia o Pakistán, serán finalmente sus principales víctimas. -

Las consecuencias de esta mutación en el hábito de las toxicomanías tiene importantes consecuencias para los países que, como España, están iniciando el proceso, con un importante crecimiento todavía del consumo de heroína y una pujante expansión de la cocaína. Se trata de dos drogas de repercusión muy diferente. Los planteamientos sociales y terapéuticos deben ser, en consecuencia, muy distintos.

El tratamiento de la heroína debe ir encaminado, sobre todo, a evitar la muerte de los drogadictos durante el período de máximo riesgo, a combatir la fuerte dependencia física que genera y a evitar el proceso de marginación. La cocaína no tiene efectos inmediatos tan degradantes como la heroína, pero provoca un tipo de dependencia cuyas consecuencias más graves son las psicológicas.

"Lo más peligroso de la cocaína", indica el doctor Santiago de Torres, "es que tiene un silencio clínico de hasta cinco años, de manera que quien la consume no encuentra motivo de alarma durante ese tiempo, pero luego cae en profundas depresiones que le impiden seguir llevando una vida normal". En cuanto aparece la crisis, la dependencia de la cocaína obliga a suministrar fuertes tratamientos antidepresivos. Otro importante factor de alarma, especialmente en Estados Unidos, Japón y otros países altamente industrializados, es la creciente presencia de las nuevas drogas sintéticas. La más destacada es el PCP, una droga fabricada a base de fenciclidina, que hasta ahora se comercializaba como anestésico, especialmente en el campo de la veterinaria. En España no se ha tratado todavía ningún caso de abuso de este tipo de droga, pero es previsible que el tráfico la traslade en grandes cantidades a Europa.

El PCP presenta una gran diversidad de formas: puede ser fumado, inyectado o tomado en comprimidos o cápsulas de los más variados tamaños y colores. Primero se toma e n muy pequeñas dosis, que actúan como euforizantes. Pero es una droga, en opinión de los expertos, sumamente nociva para la salud, que produce además efectos parecidos a los síntomas de esquizofrenia, alucinaciones y confusión mental.

Nuevo puritanismo

Una vez expuesta la situación mundial y analizadas las perspectivas, el congreso entró en el pantanoso campo de las estrategias y de las acciones a emprender. En este punto fue donde se apreció un claro enfrentamiento entre dos posturas antagónicas. Mientras las delegaciones europeas defendían posturas liberales, consistentes en promover campañas de información y sensibilización entre los grupos sociales de riesgo, los representantes de EE UU encabezaron el grupo de los que defendían posiciones estatistas, partidarias de un mayor dirigismo social. Algunos ponentes llegaron a proponer medidas prohibitivas, como, por ejemplo, limitar la venta de alcohol como forma de luchar contra el alcoholismo, y, en el caso de las drogas, una mayor represión de tipo moral y social. Destacaba en esta polémica la presencia uniformada de los delegados enviados por El Ejército de Salvación, una institución que está sumando muchos adeptos en Estados Unidos y que representa el regreso a la estética y la moral del viejo puritanismo norteamericano.Esta organización y otras similares son partidarias de un mayor intervencionismo del Estado y fomentan acciones espectaculares, como grandes campañas propagandísticas. Se ensalzó, por ejemplo, la iniciativa de Nancy Reagan de convocar en la Casa Blanca una conferencia de primeras damas para sensibilizar a las madres de todo el mundo sobre el peligro que las drogas representan para sus hijos. Esta convocatoria se situaría en las antípodas del tipo de enfoque que propugnan en general los expertos europeos: campañas de información realizadas por grupos de base con el apoyo, que no el dirigismo, de las instituciones. La polémica continuará el año próximo en Estocolmo.

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