Guerra
En este país urge una campaña nacional en favor de la legalización de la guerra civil; a los dos lustros del día en que se dió de baja la dictadura, que era una guerra civil entre comillas, la iniciativa sería como un redoble de campanas para festejar la cosa. Hacer de la guerra civil una ley constitucional: ¡qué maravilla!La democracia formal, también tildada de burguesa, quedaría abrochada, seguramente, por los, siglos de los siglos. El método a seguir para la elaboración de la ley-. guerra civil no causaría estropicios mayores ni a esa fotocopiadora del bien común, moralista-socialista, que es el gobierno, ni a todos los demás guardaespaldas de la teoría de las libertades.
De lo que se trata es de que cada ciudadano hispánico, en el momento que le cumpla, cuente con todos los medios para realizarse como ser humano; y esto sin pecar o matar indiscriminadamente por razones altruistas. Algunos, ejemplos: si a. un militar le da un ataque de ruido, o de rumor, de sables, es menester que este señor cuente con un lugar,donde se despendole. Que un ciudadano de a pie revienta de ganas de cagarse en lo habido y por haber: que el ciudadano tenga acceso a un corral libre de impuestos para vivir su vida. Que un tío, o tía, siente deseos de matar, simplemente: pues que mate por lo legal, en un centro a propósito. Que un automovilista necesita amortizar su parcela de carnaza de guerra civil con uno de esos bocinazos urbanos asesinos:dicho ejemplar tiene derecho, gratis, a ser árbitro. Que Manuel Fraga quiere sacar a pacer su temperamento: se le ofrece el acuartelamiento adecuado, abarrotado de periodistas-maniquíes, y que Fraga se desahogue con sus "eso, caballero, es así por cojones". Que el sublime intelectual, Alfonso Guerra, se dice agobiado por sus querencias republicanas, o por sus dotes oyentes de vicepresidente del gobierno que administra el bienestar de los españoles, o por víctima de una necesidad irreprimible de promocionar la idiotez: Guerra, constitucionalmente, subvencionado por el erario público, puede visitar a Reagan, en pos de consejo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.