_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El equipo de Gorbachov

A POCO más de cuatro meses del acceso al poder del líder soviético Mijail Gorbachov, las atentas miradas de Occidente parecen dividirse en dos escuelas de pensamiento. Una se impacienta por descubrir signos liberalizadores, prótesis diversas del cambio que conduzcan a un diálogo fructífero entre las dos grandes potencias. Otra expresa su escepticismo ante los propósitos renovadores del líder soviético, aduciendo que el peso de la burocracia del Estado hace hercúlea cualquier tarea de remoción de lo adquirido. Si en la primera hay quien quiere ver a toda costa en Gorbachov un criptoliberal, como ya se hizo con Andropov, en esta segunda posición se adivina una preferencia por el cliché del soviético adusto y remolón, como si cualquier cambio conturbara las verdades establecidas.La última oleada de nombramientos en el segundo escalón de la jerarquía soviética hace pensar que Gorbachov está empezando la casa por sus cimientos. Si no se ha producido ningún cambio fundamental en la estructura del Gobierno, que sigue dirigiendo Nikolai Tijonov, y aun si la desaparición de Andrei Gromiko del Ministerio de Asuntos Exteriores se ve compensada por la ascensión del propio y longevo ministro a la presidencia del Estado, como una prueba de continuidad de fondo, las cosas están empezando visiblemente a moverse a otros niveles.

El punto de partida para el apreciable seísmo de nombramientos fue la reciente caída de Grigori Romanov del Politburó, desde donde ejercía una supervisión sobre la cadena de promociones militares. Como el tapón de una botella que salta, la destitución del jerarca de Leningrado ha producido una onda expansiva para el cambio. Por el momento, está confirmado el relevo del general Alexei Epichev, que llevaba 23 años al frente del departamento político del Ejército, algo así como el comisario político en jefe, reemplazado por el general Alexei Lizichev; el del general Zaitsev, jefe de las fuerzas soviéticas en la República Democrática Alemana, por el general Piotr Luchev, y el del general VIadimir Tolubko, jefe de la fuerza de misiles estratégicos, sustituido por un hombre más joven cuya identidad aún no ha sido revelada. No todos esos relevos implican necesariamente el apartamiento de la primera línea, puesto que el de Zaitsev podría suponer su próxima promoción a más altos destinos en la medida en que su puesto en la RDA ha sido siempre un excelente invernadero para la escalada, pero la constante de este ocupar y desocupar sillones es una: la del rejuvenecimiento de los mandos intermedios de la milicia.

Con todo, el nombramiento más sonado aún no ha sido confirmado oficialmente. Éste sería el del general Nikolai Ogarkov, misteriosamente cesado en septiembre pasado por Konstantín Chernenko del cargo de jefe de Estado Mayor, y que ahora, según fuentes diplomáticas occidentales, habría sido nombrado viceministro de Defensa y comandante supremo de las fuerzas del Pacto de Varsovia, en sustitución en este último puesto de Viktor Kulikov. De confirmarse esta rehabilitación de un militar como Ogarkov, que condujo con mano maestra el embarazoso briefing en el que Moscú vino a reconocer que había derribado el avión de línea surcoreano sobre el mar del Japón en septiembre de 1983, el nuevo viceministro se hallaría el tercero en la jerarquía militar tras el ministro de Defensa, Sergei Sokolov, y el jefe de Estado Mayor, Sergei Akromeyev.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Lo más significativo de la recuperación sería no sólo la comparativa juventud de Ogarkov, apenas por encima de la cincuentena, sino su conocida insistencia en la profesionalización y modernización de las fuerzas armadas soviéticas, un propósito plenamente en consonancia con la remoción de militares políticos avejentados en el cargo y con las exhortaciones a la eficacia y a la renovación del sistema tan frecuentes en el líder del Kremlin.

Es cierto que puede hallarse tanta prisa como cautela en los movimientos de Gorbachov, como también que lo esencial del establishment militar o civil precisa de algo más que exhortaciones para dejar la silla, pero también es perceptible que el nuevo secretario del partido está formando su equipo empezando por los escalones intermedios y que sólo sobre esa base de poder se puede llevar a cabo una auténtica renovación. Si lo que persigue Gorbachov es simplemente que funcione lo existente o un cambio de péndulo en las bases económicas del sistema, es todavía pronto para decirlo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_