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La intervención de la delegada de Irán politiza de nuevo la Conferencia de Nairobi

Las delegaciones de Irán e Irak en la Conferencia del Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer se sientan, por imperativos alfabéticos, velo con codo. Cada día, las iraníes colocan delante del cartel de su país una foto del imam Jomeini a todo color, y luego, antes de sentarse, limpian con su velo negro las sillas que hayan podido ser rozadas por algún delegado de Bagdad. Ayer, como consecuencia de la intervención iraní ante el plenario, y si los iraquíes hubieran adoptado iguales medidas profilácticas, unos y otros tendrían que haber limpiado desde los micrófonos hasta el aire.

Monireh Gorji, jefa de la delegación iraní, atronó la sala "en el nombre de Alá, el compasivo y misericordioso", y, tras encomendar a los presentes a todos los profetas, "especialmente a Abraham, Moisés, Jesús y Mahoma", denunció que la mujer, "en algunas de las sociedades llamadas civilizadas, es usada para satisfacer los placeres satánicos de los hombres o como un instrumento comercial. Sólo en la luminosa historia de las religiones divinas", siguió Monireh Gorji, "se consideran sus elevadas características como ejemplos a seguir y son muy honradas por su papel como madres en la medida en que la obediencia a esta condición se considera igual a la honra del Altísimo".En contraposición a la tónica general de silencio que ha venido manteniendo su delegación a lo largo de la conferencia, la representante iraní solventó ayer todos los problemas de megafonía y aparatos de traducción simultánea que se han venido presentando y recitó, elevando la voz hasta el grito, un discurso de doble dirección: por una parte, y resumiendo su parlamento sin variar los calificativos que empleó, la lucha infatigable del imam Jomeini contra las balas del régimen imperialista derrocado, liderazgo el del imam que impulsa a las valerosas mujeres iraníes a salvaguardar la revolución islámica y hacer frente a la arrogancia de la conspiración y sus lacayos, "dejando de lado la comodidad del hogar para hacer campaña popular con el fin de atender a las necesidades de los guerreros"; en segundo lugar, un rosario de ataques "a la conspiración del imperialismo" y "a la agresión del régimen de Irak", que ha llevado al pueblo iraní "a una guerra no buscada, cuando tratábamos de construir el futuro sobre las ruinas del régimen anterior".

Pacto de las superpotencias

Monireh Gorji acusó a las superpotencias de haber pactado contra Irán. "No hubo una sola palabra contra el asalto del agresor ni siquiera en la resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del 28 de septiembre de 1980", afirmó, "y algunos países miembros de este Consejo siguen apoyando a Irak con medios logísticos y financieros".Según la representante iraní, su país no ha tomado represalias ante el bombardeo de ciudades civiles por principios humanitarios, mientras que, "de forma desvergonzada, Irak sigue con sus objetivos satánicos". Tras manifestar que Teherán "busca la paz en nombre del islam" y hacer un llamamiento a la adhesión a todos los acuerdos internacionales y a la convención de Ginebra, Monireh Gorji terminó así desde detrás de sus gafas, que eran prácticamente todo lo que enseñaba bajo el velo: "una honorable y justa paz, que es el último objetivo del pueblo iraní. La paz sea con vosotros. Gracias".

Inmediatamente después del final de esta alocución, Manal Younes, presidenta de la Federación de Mujeres de Irak y de la Unión General de Mujeres Árabes y cabeza de la delegación de Bagdad, dijo a EL PAIS que ejercerían el derecho de réplica al término de la sesión de ayer. "Nuestra respuesta será para decir la verdad, porque el discurso iraní está lleno de contradicciones y tenemos las pruebas de que ellos no quieren la paz. Han dicho que no bombardean poblaciones civiles y ahí están Bagdad, Basora y otras. Irak ha aceptado todas las mediaciones internacionales y las ha pedido para precisar quién comenzó la guerra".

Para Manal Younes, los delegados iraníes no son unos vecinos de mesa cómodos. "Que pongan la foto de Jomeini es ridículo. Que se tapen con el velo la zona derecha, donde estamos nosotros sentados, para no vernos, es una muestra de fanatismo. Y para observar los progresos que ha hecho la mujer iraní basta ver cómo van vestidas".

La presidenta de la Federación de Mujeres de Irak no cree que esta conferencia "sea demasiado política, sino que los problemas de la mujer son ahora políticos y sociales, y su liberación, como la igualdad, es una cuestión política. Abrir las puertas para que la mujer participe en el desarrollo es algo político, especialmente en el Tercer Mundo, y sobre todo en los casos de las mujeres palestinas, surafricanas, libanesas. Para la mujer que vive bajo ocupación extranjera o colonialismo es difícil olvidar los problemas esenciales".

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