La acusación militar pide ocho y siete meses de prisión para los dos oficiales responsables de los 'fusilamientos' de Abena
El ministerio fiscal militar, teniente coronel Medrano, solicitó durante el consejo de guerra por los fusilamientos de Abena (Huesca), celebrado ayer en Zaragoza, ocho meses de arresto militar y la pena accesoria de la suspensión de empleo para el capitán de Infantería Carlos Alemán Artiles y siete meses de prisión militar y la suspensión de empleo para el teniente de Infantería Jaime Íñiguez Andrade. Ambos militares mandaban una unidad perteneciente a las Compañías de Operaciones Especiales (COE) que el 6 de junio de 1984 penetró en la localidad de Abena y procedió a fusilar al alcalde pedáneo, José Galindo, y al vecino Generoso Ara, acusados de ser confidentes con la guerrilla en el supuesto táctico de unas maniobras que se desarrollaban en la zona.
Los dos oficiales están acusados de un delito de desobediencia militar, según el fiscal, por no cumplir las órdenes de sus superiores respecto a cómo debería desarrollarse el ejercicio táctico. El fiscal señaló que la pena era "no excesiva" y añadió que el fusilamiento existió y que no había atenuantes ni eximentes para los dos procesados. La defensa solicitó la libre absolución del capitán Alemán y del teniente Iñiguez por no hallar responsabilidad alguna en ellos y "sólo buena voluntad de cumplir con su misión". Fuentes de la defensa han manifestado que recurrirán la sentencia, que será dada a conocer en los próximos días, si los dos procesados son condenados aunque sea por la mínima pena.El consejo de guerra se celebró en el Centro Regional de Mando y fue presidido por el general de división Francisco Ferrer Fores, gobernador militar de Zaragoza. La vista duró algo más de tres horas y media, y a la misma asistieron unas 200 personas entre familiares y compañeros de los procesados y público militar y civil. Tanto el fiscal como la defensa no consideraron oportuno llamar a declarar a ninguno de los testigos, aunque sí se leyeron durante la vista los testimonios de los dos fusilados, de varios vecinos de Abena y de los militares que integraban el pelotón, entre otros.
El juez togado de la V Región Militar, Eduardo Fuenbuena Ferrández, instructor de la causa, dio lectura a parte de los 600 folios del sumario; el ministerio fiscal y la defensa solicitaron la lectura de diversos testimonios, y seguidamente se procedió al interrogatorio del capitán y del teniente.
Los fusilamientos que dieron origen al consejo de guerra celebrado ayer formaban parte de unas maniobras que se realizaron en la comarca de la Jacetania.
Ejército 'invasor'
El capitán Alemán, a preguntas del fiscal, manifestó durante la vista: "formábamos parte de un ejército invasor. Nuestra misión era localizar y neutralizar tanto a las guerrillas españolas como a su red de confidentes, gente civil del pueblo que participa de forma total, haciendo lo que se les pide. Se integran en el ejercicio". Aseguró que recibió la documentación sobre el ejercicio, en la que se incluían órdenes de no molestar a la población ni realizar disparos de fogueo a menos de 20 metros.
El 6 de junio, el capitán Alemán ordenó al teniente Íñiguez la realización del ejercicio: primero cercar el pueblo, después localizar a los dos confidentes y, si no había ningún inconveniente, realizar el fusilamiento con balas de fogueo. "Yo funcionaba como un capitán de un ejército extranjero. Como un actor de teatro, tenía que hacer el papel de malo", dijo el capitán. A preguntas del fiscal respondió que le parecieron oportunos los fusilamientos con respecto al juego que estaban desarrollando.
Una unidad de las COE al mando del teniente Íñiguez entró en Abena y procedió a sitiar el pueblo, y después el cabo primero y un soldado echaron un bando por las calles convocando a los vecinos a la plaza, pues se les iba a leer un comunicado urgente. Acudieron entre 8 y 15 personas, según los testimonios, en su mayoría mayores, y casi ningún joven, que presenciaron la escena desde lejos. José Galindo y Generoso Ara fueron apartados del grupo y colocados junto a una tapia, y desde unos ocho metros un pelotón formado por cuatro soldados, a la orden de "¡Carguen, apunten y disparen!", procedió a su fusilamiento.
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