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El responsable del Presupuesto de EE UU deja al dimitir un déficit de 35 billones de pesetas

Francisco G. Basterra

David Stockman, el niño prodigio de la Administración de Ronald Reagan, en la que ha defendido siempre la austeridad en el gasto, ha dimitido del puesto clave de director del Presupuesto, dejando tras de sí un colosal déficit presupuestario de 200.000 millones de dólares (unos 35 billones de pesetas), que amenaza el futuro de la recuperación económica. Stockman, de 38 años, ha sido, sin embargo, el arquitecto de los esfuerzos de la Administración por reducir el tamaño y el peso del Gobierno mediante recortes presupuestarios, y antes de dejar el Gobierno ha advertido que quizá sea inevitable subir los impuestos si no se consigue reducir masivamente el gasto público.

Con la salida de Stockman de la Oficina de Presupuesto y Administración, el puesto más importante de política interior, del primitivo equipo de Reagan en 1981 sólo quedan en el Gobierno Caspar Weinberger, al frente del Pentágono, y Malcolm Baldrige, secretario de Comercio.El ex congresista Stockman se ha cansado después de preparar cinco presupuestos y abandona su cargo, por el que cobraba 71.000 dólares anuales (más de 12 millones de pesetas), para pasar a la firma de inversiones Salomon Brothers, de Wall Street donde obtendrá más de 200.000 dólares de sueldo, que con las primas podría llegar a un millón de dólares al año (unos 170 millones de pesetas). Stockman deja el Gabinete en el momento en que Reagan está a punto de anunciar un compromiso para reducir en 56.000 millones de dólares el déficit presupuestario de 1986. A pesar de los esfuerzos de Stockman y las promesas de Reagan, el Gobierno federal consume un porcentaje mayor de la economía nacional que nunca desde la II Guerra Mundial.

El acuerdo presupuestario, que aún estaba negociándose ayer entre la Casa Blanca y el Parlamento, aproximará las posiciones del Senado y la Cámara de Representantes. El primero era partidario de aumentar el gasto militar para ajustarlo a la inflación, algo más del 3%, y congelar los beneficios de la Seguridad Social, mientras que los representantes querían congelar el gasto de defensa a los niveles del pasado año fiscal y no reducir las prestaciones sociales.Reagan, que ya había cedido en su propósito inicial de incrementar el gasto del Pentágono un 7% por encima de la inflación, aceptará las cifras de gasto, de defensa más altas, que quieren los senadores, y también, en compensación, las más altas, de Seguridad Social de la Cámara baja. Este compromiso, que puede concentrarse en la próxima semana, permitirá concluir el debate presupuestario antes del 1 de agosto, fecha en que el Congreso inicia sus vacaciones y Stockman abandona efectivamente su puesto. El año fiscal 1986 comienza el próximo 1 de octubre. El ministro de Comercio, Malcolm Baldrige; Drew Lewis, ex secretario de Transportes, o Richard G. Daman, número dos en el Tesoro, son algunos de los nombres que se citan para sustituir al dimitido.

Un 'workalcoholic'

Stockman, un workalcoholic, nombre que reciben aquí los adictos al trabajo, que se levanta a las cinco de la mañana para estar en el despacho a las 7.30, era la voz muy a menudo solitaria que advertía a Reagan que había que adoptar medidas más radicales para reducir el gasto público. Este ex estudiante de teología en Harvard, brillante con los números y que dominaba como nadie en las últimas presidencias el complejo sistema de elaboración del presupuesto, no consiguió nunca convencer al presidente de que debía reducirse el rearme. El jefe del Pentágono, Caspar Weinberger, siempre pudo más en este tema que Stockman, que a menudo tuvo roces con el presidente y sus colegas de Gabinete por su forma directa y descarnada de decir las cosas.El 5 de junio, en su testamento político, Stockman afirmó en una reunión en la Bolsa de Nueva York que "nuestros libros de contabilidad nacionales están salvaje y peligrosamente desequilibrados, amenazando nuestra salud política y económica internas y nuestro liderazgo y fuerza en el exterior". Stockman afirmó que "si la Securities and Exchange Commission (SEC), encargada de vigilar y reglamentar las transacciones bursátiles, tuviera jurisdicción sobre el Ejecutivo y el legislativo, muchos de nosotros estaríamos en la cárcel".

Aunque Stockman ha ayudado a Reagan a realizar los cambios de política económica más importantes desde la presidencia de Roosevelt, no siempre ha comulgado con todos los aspectos de las reaganomics. En noviembre de 1981 estuvo a punto de perder su puesto cuando declaró a la revista Atlantic que "la teoría del supply-side (potenciación de la oferta) es tramposa" y que "nunca he creído que con una simple reducción de impuestos aumente la producción y crezca el empleo".

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