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Segundo gobierno socialista

Felipe González anuncia el mantenimiento de la política económica actual

La sustitución de Miguel Boyer como ministro de Economía y Hacienda, planteada con cierta asiduidad desde hace varios meses, es la auténtica sorpresa de la crisis del primer Gabinete del PSOE. Felipe González así lo reconoció en la conferencia de prensa en la que dio cuenta de los cambios. Las razones últimas que parecen explicar la sustitución de Miguel Boyer apuntan al resultado del pulso mantenido entre el ministro y el vicepresidente, Alfonso Guerra, con una victoria pírrica del segundo. El nuevo Gobierno y las declaraciones del presidente apuestan por la continuidad de la política económica.

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Fuentes cercanas al ministro de Economía y Hacienda señalaron ayer tarde que Miguel Boyer había planteado, una vez que Felipe González anunció la remodelación, su deseo de que se disiparan las dudas sobre quién ejercía el poder en el terreno económico, a raíz de los crecientes enfrentamientos surgidos con otros ministros.El presidente del Gobierno expresó claramente que el ministro de Economía presidía la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos en representación suya y que, por lo tanto, tenía toda su confianza en este terreno. Esta opinión quedó ratificada ayer en la conferencia de Prensa cuando Felipe González afirmó que su sustitución no estaba prevista y que pensaba que no debía ni podía abandonar la cartera ministerial.

Pero Miguel Boyer había planteado, al menos en un principio y para reforzar su papel, la creación de una vicepresidencia económica a cuya cabeza estaría él.

El desarrollo de la crisis de Gobierno dejó en el camino la posibilidad de esa vicepresidencia. El problema se consideró en un primer momento zanjado con el respaldo público que Felipe González dio a Boyer y las repetidas consultas que se le hicieron para elegir los nuevos titulares de los ministerios económicos que quedarían vacantes. Los ceses de Enrique Barón y de Julián Campo, enfrentados desde hace tiempo a Boyer, representaban un triunfo para éste.

A partir de este hecho, y tras la reunión que mantuvo el presidente del Gobierno con Miguel Boyer antes de que comenzara el último Consejo de Ministros, los distintos actores empiezan a dar explicaciones diferentes sobre el desarrollo de la crisis. Para unos, el hecho de que el presidente González no ofreciera la vicepresidencia a Boyer supuso que éste tirara la toalla, señalando que la decisión y la responsabilidad del cambio de Gobierno correspondía únicamente a la Moncloa.

Otras fuentes consideran que no existe este desmarque del ministro Boyer y que fue una reacción del partido socialista, expresada por algunos de los ministros no destituidos y en presencia de Alfonso Guerra (entre los que se encontraban Solana, Romero, Lluch, Ledesma y Maravall), la que precipitó el, nuevo final. En este sentido, se habla de una reunión, celebrada ayer por la mañana, en el palacio de la Moncloa, en la que las discusiones llegaron a tener un elevado tono de voz, aunque no se perdiera en ningún momento la cordialidad.

En ella los ministros pusieron, al parecer, ciertos reparos al nombramiento de Francisco Fernández Ordóñez como titular de Asuntos Exteriores, pero sobre todo manifestaron lo peligroso que podría resultar la excesiva concentración de poder en manos de Miguel Boyer. Fuentes socialistas insisten en que, paralelamente, el partido había hecho llegar su opinión desfavorable al diseño del nuevo gabinete defendido por el anterior titular de Economía. Aunque reconocen que el esquema resultante es el diseñado por Boyer insisten en que la solución Solchaga es un recurso de última hora, lo cual hace que su papel no sea, en principio, tan relevante como cabría esperar.

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