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Fin del secuestro del avión de la TWA

Tratamiento psicológico para los ex rehenes

Los 39 ciudadanos norte americanos que permanecieron secuestrados 17 días por la milicia shií libanesa Amal llegaron en la madrugada de ayer a la base aérea norteamericana de Rhein-Main, en Francfort, en la República Federal de Alemania. Los ex rehenes se encuentran en buen estado, pero fueron ingresados en el hospital militar norteamericano de Wiesbaden para ser sometidos a un reconocimiento médico y a tratamiento psicológico. George Bush acudió a Francfort, a recibir a los liberados y advirtió que su país hará que los terroristas reciban su castigo.

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El avión con los rehenes liberados un C-141 Starlifter de las fuerzas aéreas norteamericanas, con pintura de camuflaje y sin identificación exterior alguna, aterrizó en la base militar de Rhein-Main a las 5.25 de ayer, cuando ya había amanecido. Media hora antes llegó en vuelo desde París e lvicepresidente norteamericano, George Bush, que fue saludado con aplausos y vítores por varios cientos de miembros de la colonia militar norteamericana, que desde horas antes esperaban a los ex cautivos con banderas norteamericanas y pancartas de bienvenida. Alguna de las pancartas expresaba el malestar por la reciente serie de atentados antiestadounidenses. Una de las más grandes decía: "Aguantar no es tolerar".George Bush, con su mujer, que le ha acompañado en su gira europea, esperó la llegada del avión de Damasco en la sala de oficiales, junto a mandos del Ejército, algunos senadores norte americano s llegados de madrugada y Richard Burt, designado embajador de Washington en Bonn. Al llegar el avión de los rehenes, el vicepresídente se, dirigió a pie hasta el aparato y subió a bordo para darles el primer saludo. Instantes después descendieron tras él todos los rehenes, a la cabeza de los cuales se hallaba John Testrake, comandante del Boeing 727 de la, compañía TWA secuestrado el .14 de junio.

Algunos de ellos iban envueltos en mantas verdes del Ejército. Después de saludar al comité de bienvenida -en el que se encontraba el ministro de Transportes, Werner Dollinger, como representante del Gobierno alemán occidental, y algunos familiares llegados el sábado a Franefort-, los 39 norteamericanos se situaron en torno a su vicepresidente, que pronunció un breve discurso de bienvenida -dándoles la'espalda-, dirigido a las numerosas cámaras de televisión y a los centenares de periodistas que habían acudido a la base militar.

Bush expresó su satisfacción por su liberación y porque "Aínérica no ha comprometido sus principios para lograrla". Sus palabras fueron un elogio a la "fortaleza de espíritu" demostrada por los norteamericanos durante el cautiverio. Bush recordó al soldado norteamericano muerto en los primeros momentos del secuestro del avión, Robert Dean Stethem, a quien calificó de "héroe", y a los siete ciudadanos dé Estados Unidos que permanecen secuestrados en algún lugar de Líbano, cuya liberación, que en los últimos días parecía vinculada a la de los pasajeros del Boeing.de la TWA, ha fracasado de momento.

El vicepresidente habló vagamente de la necesidad de que se haga justicia a aquellos que recurren al terrorismo, pero no sugirió represalia alguna. El presidente Ronald Reagan había hecho una declaración a medianoche, hora alemana, desde la Casa Blanca, en la que se expresaba en los mismos términos, si bien se refería también a las naciones que apoyan el terrorismo, y agradecía a Siria su papel en la solución de este secuestro.

Inmediatamente después de concluir el discurso de Bush, los rehenes se dirigieron a dos autobuses militares, que los llevaron al hospital militar norteamericano de Wiesbaden, el más grande con el que cuenta el Ejército estadounidense fuera de sus fronteras. Respecto al futuro, inmediato de los ex rehenes, fuentes oficiales norteamericanas afirmaron hasta la sociedad que, como ciudadanos particulares de un Estado libre, podían disponer de sí mismos como quisieran a partir del mismo momento de su llegada.

Una dura experiencia

Sin embargo, se les recomendaría, según se dijo, que se sometieran a un reconocimiento médico y a un tratamiento psicojógico, dada la dura experiencia que habían tenido que soportar. Ayer por la tarde, todos se encontraban en el centro médico de Wiesbaden, donde se esperaba la llegada de un nuevo grupo de familiares procedente de Estados Unidos.El hecho de que un grupo de especialistas en terrorismo y segundad llegara el sábado a Francfort a bordo de un avión oficial, con la intención de mantener entrevistas con los liberados, ha despertado diversas interpretaciones, si bien es lógico suponer que, como anunció ayer un portavoz militar, su relato de los hechos puede aportar datos valiosos para reforzar la lucha antiterrorista; también se indica que el tratamiento psicológico podría deberse más bien al deseo de la Administración de que los liberados cesen en sus manifestaciones de simpatía hacia, la milicia shií de Amal.

Los actos públicos de confraternización entre los secuestrados y sus vigilantes, con cena de despedida y ofrendas florales incluidas, celebrados en Beirut, y las afirmaciones de que el trato fue bueno y la milicia, en realidad, había salvado sus vidas, tal como algunos manifestaion durante su cautiverio, no pueden ser del agrado de la Administración norteamericana. Es, por tanto, probable que el tratamiento incluya sugerencias sobre la necesidad de una lucha psicológica antiterrorista que excluya manifestaciones de agradecimiento y admiración.

En la base de Rhein-Main, las medidas de seguridad, ya de por sí estrictas, habían sido aumentadas según se acercaba la hora de la llegada de Blush y los rehenes. Un helicóptero rastreaba en vuelo bajo las pistas de aterrizaje, soldados con perros especializados en la de tección de explosivos patrullaban por las inmediaciones y las bolsas e instrumental de los medios de comunicación eran examinados con enorme minuciosidad. Los periodistas se tenían que someter a un registro con detector de metales. La exquisita deferencia de los militares hacia los periodistas no ocultaba el alto grado de sensibili zación que los últimos actos terroristas antinorte americanos han despertado.

Obviamente, el acto estaba enfocado hacia la opinión pública norteamericana, que debía asistir, vía satélite, al feliz acontecimiento, pero también a oír una vez más que no hubo negociación ni trato alguno con los secuestradores.

Algunos periodistas aseguraban que la hora de llegada había sido calculada para coincidir con la mayor audiencia televisiva en Estados Unidos. La solemne recepción en Francfot parece obedecer al deseo de reunir a los rehenes antes de que se dispersen, eventualidad que impediría la realización de la bienvenida oficial en Nueva York o Washington, como se había insinuado en un principio.

Algunas cadenas norteamericanas de televisión, como la CBS, compraron a familiares de los secuestrados las exclusivas de sus declaraciones antes de llegar los ex rehenes, y los trajeron gratuitamente en avión hasta la ciudad alemana occidental.

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