Iberia secuestra
El pasado 31 de mayo, el vuelo Madrid-Montreal-México de la compañía Iberia se detuvo en Montreal, pretextando la existencia de huelga entre los empleados mexicanos de Iberia. Esto dio origen a una situación a la que ya están acostumbrados los usuarios habituales de líneas aéreas: 48 horas de permanencia en un excelente hotel, que, habida cuenta de la renuncia de Iberia a correr con grandes gastos, se comportó en téminos propios del gulag en lo tocante a la alimentación y los servicios. (Se cortó el teléfono para evitar que los pasajeros se comunicaran con sus familiares en Madrid o México, ya que la comprensible opinión del pasaje era que tales llamadas debían correr por cuenta de Iberia).Hubo más anécdotas, como un alto funcionario de Iberia en Montreal, que aseguró al pasaje que los servicios mínimos en caso de huelga eran uno de tantos beneficios aportados a la humanidad por el general Franco, e injustamente abolídos por la democracia. Pero, por encima de todo, hay que subrayar que, para asombro de quienes esperábamos a los pasjeros en México DF, la decisión de detener el avión en Montreal se tomó antes de que se hubiera decidido la huelga en México, y que la llegada del avión estaba prevista -y habría podido perfectamente tener lugar- de tres a cuatro horas antes del comienzo de la huelga (las 12 de la noche).
La decisión de parar el avión en Montreal, por tanto, fue una arbitrariedad desde cualquier punto de vista legal, y se redujo a una pura y simple toma de rehenes. En otros países más afortunados sería costumbre exigir indemnizaciones a la compañía por esta razón. Tratándose de España y de Iberia quizá sea lógico al menos que la compañía informe al público de quién tomó la decisión de retener el avión en Montreal y por qué, y en su caso haga pública la sanción que parecería normal esperar.Ludolfo Paramio.
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