La Huelga General

Es lógico que estén ustedes borrachos: 3.000 números y medio millón de colorines rentan 1.000 millones de beneficios. Tenemos que quitarnos el sombrero o la gorra y sonreír ante el cuarto poder: EL PAÍS. Muy sinceramente, enhorabuena. Además, contribuyen ustedes a consolidar esta democracia a la española, aunque algún imbécil diga lo contrario. En su euforia, ustedes dicen: este Gobierno se pasa un pelín y se merece una bronca del personal. Exitazo de las manifestaciones del 4 de junio. Libertad de expresión, que nos cobija y alimenta. Viva la publicidad. Pero llega la resaca y se sienten mal: sólo 158 trabajadores de los 674 de EL PAÍS votaron sí a la huelga. Editorial: esta huelga involuciona. Comunicado de la empresa: estamos contra la huelga. Y apuestan: esa huelga tiene que fracasar.Cuando ustedes y Felipe González, desde Holanda, dicen que CC OO no paralizó España, ¿de qué país nos hablan? Creo que, entre tanto rayo láser, rotativa electrónica y planchas Elfasol, ustedes se miran demasiado el ombligo. En Madrid. He aquí mi tarjeta amarilla, señor Cebrián. El 20 de junio no salió EL PAIS. Quedó paralizado. El 20 de junio, en Vélez-Málaga, para poder tomar café había que ir al Hogar del Pensionista o al bar de la policía. Quedó paralizado. Aunque circularan los horribles gusanos de la Alsina, conducidos por militantes de UGT. Nuestro piquete trató de disuadirlos, y no entró en la provocación del merodeo policial. Además de su único periódico, de esta única democracia monárquica, del casi único partido gobernante ocupante de la única Administración, este país no es tan único: algunas veces, la clase obrera hace una huelga que otra. Con un redactor en Sevilla, imagino las dificultades de dar una información objetiva de qué pasó en Andalucía el 20 de junio. Ya ve usted que colaboro con mi puntual información.-