La huelga general

Soy un lector de EL PAÍS desde el primer día que salió a la calle, día tras día. Tengo que confesar gustosamente que leer EL PAÍS era como una pequeña fiesta cotidiana. Sólo dejé de leer su diario algunos días de mi permanencia en el extranjero, y aun así, en mi manía por la letra impresa, perseguía por los quioscos EL PAÍS, para no perder contacto con la información que cotidianamente cotejo con lo que yo pienso y siento acerca de la realidad española. Queda esto dicho porque me parece estúpido patalear por opiniones que no coinciden con las mías. Afortunadamente, la tolerancia y la diversidad van conformando nuestro ser social y nuestra conciencia individual. El tema que ocupa mi reflexión es la información acerca de la huelga general del día 20 proporcionada por EL PAÍS.Respecto al editorial y comentarios de EL PAÍS no tengo nada que decir, son opiniones y reflexiones de los firmantes sobre los acontecimientos. Su visión de los hechos no tiene por qué coincidir con la mía. Yo ni tengo una idea muy clara de la reforma de las pensiones. No tengo nada que objetar, salvo que no han tenido en consideración una información clave publicada anteriormente por ustedes: Marcelino Camacho afirmó que la participación de dos millones sería un éxito. Éste era el criterio para determinar el éxito o el fracaso de la convocatoria, no otros que se invente o pudiera suponer cualquier comentarista. Toda persona inteligente, toda persona ligada a la planificación y a la gestión sabe que el éxito de una empresa se determina a partir del nivel de resultados alcanzados en relación a los objetivos previstos. Señor Cebrián, creo que CC OO no se había propuesto, aunque lo deseara, la paralización total del país. Existe además otra salvedad. Si usted compara el número de la población activa española y cualquiera de las cifras que se han ofrecido de movilizados, la relación resultante no deja de ser significativa. ¿Huelga con desigual participación? Pues claro, siempre ha sido así y será así.

Pero lo preocupante para mí es que he visto una ruptura en la línea informativa, he visto por primera vez en EL PAÍS un cambio cualitativo en el tipo de información y en los mensajes encubiertos que proporciona. Casi la mitad de la información, en cuanto a las planas que se le dedica, es información gráfica que refleja acciones de piquetes. Parece ser que la huelga ha sido, para EL PAÍS, la huelga general de los piquetes. Me pregunto: pero qué pasa con y en el PAÍS. A lo mejor con EL PAÍS nos va a pasar como con el PSOE, lo leemos o lo votamos no porque nos convenza, sino porque no hay otro, no ya mejor, sino porque no existe. Triste, ¿verdad?, sobre todo si recuerdo el comienzo de esta carta: leer EL PAÍS era como una pequeña fiesta cotidiana.-