Las desventuras domésticas de Guerra
En Sevilla se preguntan si el orgullo del vicesecretario del PSOE podrá sufrir más humillaciones en su feudo
Alfonso Guerra ha empezado la batalla contra los califas de su partido, y la ha empezado precisamente por su casa, por Sevilla. Tras sufrir un serio desplante en el congreso regional del PSOE andaluz a primeros de marzo, cuando Rodríguez de la Borbolla, presidente de la Junta de Andalucía, se negó a mantener a Luis Yáñez como presidente regional del partido contra el criterio de Guerra, éste ha contraatacado con la exigencia de que ahora sea apeado de su puesto el secretario general de la provincia, José Caballos, brazo derecho de De la Borbolla en el control interno del aparato. Caballos y De la Borbolla han resistido el primer envite y han conseguido aparentemente aplazar cualquier solución hasta el 10 de noviembre. Pero en los círculos políticos sevillanos todo el mundo se pregunta si el prestigio de Guerra puede soportar dos derrotas seguidas, y cuál puede ser su tercer ataque.
La operación que ha abierto esta última crisis fue una verdadera sorpresa para muchos. Algo se sabía; se sabía, por ejemplo, que los más antiguos del PSOE sevillano, los hombres de la época de Suresnes, los distanciados por la nueva generación dominante, los derrotados en el último congreso provincial; los guerristas, en suma, especulaban con la posibilidad de que se llegara a convocar un congreso extraordinario con el apoyo de Guerra para desplazar a José Caballos de la secretaría provincial. El congreso provincial había tenido lugar a primeros de abril, y, como en otras provincias y a la vista del mal sabor de boca que había dejado el congreso regional, se había intentado llegar a una ejecutiva de integración. Pero José Caballos rechazó la última propuesta de los guerristas: seis (le éstos en la ejecutiva provincial, que estaría presidida por Manuel del Valle. No hubo acuerdo, y la ejecutiva que salió, con un 96% de los votos, no contenía ningún guerrista. Desde aquello se sabía que los derrotados preparaban algo.Y ese algo fue un acto sorpresa en un hotel sevillano el pasado domingo 26 de mayo. Guerra llega a Sevilla, convoca a 74 cuadros; dirigentes del partido en la provincia, entre ellos 23 alcaldes. En la, reunión están, junto con Guerra, hombres de la importancia del presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI), Luis Yáñez; el alcalde de la ciudad, Manuel del Valle; el presidente de la diputación, Miguel Ángel Pino, y los diputados a Cortes Alfonso Lazo y José Higueras. Se pide la renovación de la secretaría, de la que Guerra dice que tiene que salir Caballos, "si es posible, con el acuerdo de Rodríguez de la Borbolla; si no, sin él". A Caballos se le acusa en la reunión de empobrecer el debate interno del partido, de llevar a cabo una política sectaria y de clientelismo.
A casi todo el mundo le coge el hecho por sorpresa, aunque quizá menos que a nadie a Rodríguez de la Borbolla, que ya el lunes anterior había estado en Madrid, reunido con Guerra, Yáñez, Galeote y Chaves, para recibir la petición, rechazada, de facilitar la expulsión de Caballos, su brazo derecho.
Hay unas horas, bastantes, de duda. ¿Es capaz Caballos de resistirse al tremendo poder psicológico de Guerra? Un conocido diputado gaditano comenta: "Si estoy en Pekín y me entero que Guerra pide mi dimisión, se la mando por telegrama". Caballos no dice nada. De la Borbolla, sí: "En miles de años de historia, si hay una actitud, una sola, que refleje la miseria humana, ésa es la entrega de la cabeza del Bautista. Yo no voy a entregar la cabeza del Bautista".
Además de eso, echa mano de argumentos perfectamente lógicos y razonados: José Caballos ha sido reelegido sólo dos meses antes, en un congreso perfectamente legítimo, con el 96% de los votos; durante su anterior mandato al frente de la ejecutiva provincial, el partido creció, pasó de tener 40 ayuntamientos a 64 en las últimas municipales. "El partido funciona en Sevilla y en Andalucía. La sintonía política se debe palpar a largo plazo, no a corto, y creo que la ejecutiva andaluza ha demostrado suficientemente la sintonía con la federal. Fue la única que acudió al congreso federal con una postura acordada sobre la OTAN".
En medio de todo esto se recuerda un error innecesario de Caballos que le sitúa muchas opiniones en contra. El 1 de mayo, en el acto organizado por UGT, criticó, aunque muy matizadamente, la ausencia de Felipe González del acto que simultáneamente se celebraba en Madrid.
Con la crisis de Sevilla abierta se llega al congreso provincial de Málaga, el pasado domingo 9 de junio. Málaga aporta su propia crisis interna, una división durísima que enfrenta a los seguidores del' ex vicesecretario del Interior Carlos Sanjuán, conocido guerrista, y a los del senador Antonio García Duarte. La distancia entre ambos parece desde hace tiempo insalvable. De la Borbolla y Guerra entienden que el congreso de Málaga puede enrarecer aún más las cosas, y parecen decididos a cooperar en busca de una solución. De la Borbolla va en persona, desde dos días antes. Guerra manda a Galeote. Llegan a un acuerdo, una ejecutiva repartida al 50% entre uno y otro bando, buscando siempre los más blandos. Pero la gente de Málaga, en especial los de García Duarte, rechaza el acuerdo "Nada, nada, dos listas y a votar". Y ahí fue el lío, porque la ejecutiva provincial presentaba un censo con el que ganaba Duarte, y la federal, otro con el que ganaba Sanjuán. La bronca, parcialmente transmitida por radio y televisión, abochornó a los responsables del partido.
Justo ese bochorno sufrido en Málaga aproximó posiciones. Más conversaciones, encabezadas por Luis Yáñez, por un lado, y De la Borbolla, por otro. Éste parece decidido a hacer concesiones y se roza un acuerdo: salida de Caballos de la diputación, de Guillermo Gutiérrez del ayuntamiento, hasta cinco guerristas en la ejecutiva provincial, uno de ellos en la presidencia y otro en la vicesecretaría general, y los otros tres en secretarías importantes. Caballos seguiría en la secretaría hasta antes de fin de año, cuando se celebraría congreso del que saldría una ejecutiva pactada, y en la que ya no estaría éste como secretario. Pero De la Borbolla no ofreció garantías suficientes y el acuerdo quedó roto.
Así las cosas, José Caballos decide tomar la iniciativa. Temeroso quizá de que con el calor de la polémica los enemigos reúnan el necesario apoyo del 51% de los militantes de la Provincia para convocar congreso y expulsarle antes de agosto, como estaban intentando hacer, se adelanta y convoca él mismo congreso para el 10 de noviembre. Así puede presumir de haber ofrecido un gesto de buena voluntad, al someterse de nuevo voluntariamente a la decisión de la provincia, no mucho después de
ganar mayoritariamente, y al mismo tiempo abre un período que sólo puede tranquilizar las cosas. Internamente está seguro de que ganará, siempre y cuando no baje Alfonso Guerra a hacer campaña en su contra. Si ocurre esto, es fácil que no se presente. El sector guerrista se reúne de nuevo la tarde del viernes para estudiar la iniciativa de Caballos. Aparece De la Borbolla por sorpresa en la reunión, en un gesto que no es fácil de interpretar. Al final, los guerristas deciden esperar al 10 de noviembre.
Antiguos recelos
La pelea, pues, queda aplazada. Mientras, Rodríguez de la Borbolla explica que hace falta limar recelos. Unos recelos entre Guerra y él mismo que hace tiempo que a nadie se le ocultan. Recelos por el control de la enorme fuerza del PSOE en Andalucía. El PSOE andaluz es la cuarta parte del partido (tiene más de 30.000 militantes). En las últimas autonómicas obtuvo el 52% de los votos, y en las legislativas, el 56%. Tiene 66 de los 109 diputados regionales y 474 municipios (los más importantes, salvo Córdoba y Jerez).Guerra ha visto desde tiempo atrás con recelo algunas actitudes de Rodríguez de la Borbolla, para muchos observadores calculadamente ambiguas. Por ejemplo, su actitud cuando era el segundo de Escuredo en el Gabinete autonómico, desde el que Escuredo lanzaba de cuando en cuando invectivas contra el Gobierno central, por retrasos en las transferencias las más de las veces. De la Borbolla lo explica así: "Si como secretario regional del partido hubiera criticado las declaraciones de Escuredo, hubiera abierto una crisis".
Luego ha existido una actitud, que también niega, de progresivo alejamiento de los más antiguos, de los de Suresnes, una actitud rematada con el conflicto del congreso regional, en el que apeó a Yáñez de la presidencia del partido en Andalucía. De la Borbolla reclama independencia para trabajar y ofrece buenos resultados y lealtad a la federal. Cuando le acusan de desmarcarse de Felipe y de Guerra, responde que se mojó más que nadie al defender el mantenimiento dentro de la OTAN.
Guerra se opuso a la salida de Yáñez y el congreso regional fue movido. Incluso finalizó antes de lo previsto, según muchos porque De la Borbolla lo aceleró para que cuando Guerra llegara a Sevilla, ya el sábado, todo estuviera resuelto. La pregunta que muchos se hacen ahora es: ¿puede Guerra aguantar un segundo desplante?
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