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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La huelga contra el recorte de las pensiones

Sin un especial interés en la publicación de esta carta -pues creo que la partida ya está jugada-, quisiera recordarle algunas cosas que doy por supuesto conoce, pero que a veces parece olvidar. Su periódico ha contribuido a poner de manifiesto que la anunciada reforma de la Seguridad Social, más que tal, es un simple recorte de las pensiones, de las que no se puede decir que sean fastuosas, pues la media está sobre las 26.000 pesetas mensuales, cifra que no necesita comentarios, como tampoco voy a abundar en lo que ustedes mismos han calificado como "proyecto que no debería ver la luz" y exigencia de mayores sacrificios a los más débiles". El objeto de esta carta es muy otro. Su editorial del día 19 me produjo, aparte de indignación, sensación de impotencia y frustración, de comprobar cómo se pueden utlizar plataformas, a las que sólo unos pocos tienen acceso, para descalificar con argumentos mal intencionados -o cuando menos interesados- reivindicaciones justas.El mismo respeto nos deben merecer las Cortes Generales, libremente elegidas (y nadie pretende hurtarle sus competencias), que el ejercicio de los derechos constitucionalmente reconocidos, y la convocatoria de una huelga general, por mucho o poco que nos guste, forma parte del mismo entramado que sustenta nuestra democracia. No se hagan, pues, descalificaciones fáciles, que, desde mi punto de vista, pueden caer más fácilmente en la "canasta del involucionismo" que el hecho en sí de una huelga general, por lo que suponen de coacción y descalificación al ejercicio de los derechos a que antes aludía. Y usted, como yo, sabemos de la facilidad de calificar de "políticas" determinadas reivindicaciones, adjetivo que debería de merecemos mayor respeto como para ser usado como arma arrojadiza que con frecuencia se convierte en bumerán de difícil control.

No desconocerá usted las múltiples trabas que en estos días han tenido que superar los que únicamente pretendían defender una Seguridad Social más justa y progresista de recuerdo, entre otros, los artículos 41, 43 y 50 de la Constitución), desde amenazas, descalificaciones, imposición de servicios mínimos abusivos, etcétera, propias, las más de las veces, de intolerantes y prepotentes que de demócratas. Y le recuerdo también que, en buena medida, si el proyecto de reforma es el que es, se debe a CC OO, sindicato maximalista, "político" y que acostumbra a sacar los pies fuera del tiesto, pues otro era el que estuvo en la mesa de Consejo de Ministros a primeros de abril, bastante más duro, y que por aquel entonces sólo CC OO denunció, anunciando la huelga general para el día 20 de junio. Háblese más bien de inflexibilidad y maximalismo de los que, aun a sabiendas de lo hiriente del proyecto, han mantenido su propósito de que sean los mismos que sufren principalmente la crisis los que costeen la reforma de la Seguridad Social.

Acostumbran ustedes a planear por encima del mal y del bien, adoptando a menudo esa posición ecléctica de repartir a unos y a otros. Y a veces, señor Cebrián, el eclecticismo no es sinónimo de verdad.

No voy a acabar diciéndole que dejaré de comprar el periódico que usted dirige, pero sí le diré que, del mismo modo que he luchado y lucharé porque la libertad de Prensa sea cada día más realidad, lo hago extensivo a todos los derechos que como ciudadano me corresponden, con Gobierno de izquierdas o de derechas; eso al final es accesorio, y más cuando algunos parece que han olvidado ya -o nunca sintieron- lo que muchas mujeres y hombres de este país sentían con Abril 74, de Lluís Llach. Y porque es la única forma de no matar la esperanza.

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